Las celebraciones en honor a los fieles difuntos cobran vida en la mayor parte de México, donde miles de hogares abren sus puertas para recibirlos.
Una de las fiestas más bonitas e impactantes de México, ha llegado a los pueblos huastecos de Hidalgo, Veracruz, Tamaulipas, San Luis Potosí y Puebla; el Xantolo. Lugares en donde se vive con una gran intensidad y respeto, esta tradición que encierra una gran carga cultural, folclore y sobre todo muchos recuerdos.
En las comunidades indígenas de estos estados, el Día de Muertos o Xantolo, es prácticamente la fiesta más importante del año, donde el sahumerio y las flores de cempasúchil aromatizan el ambiente.
Los caminos de pétalos de flores amarillas indican la ruta, y en cada casa los vivos comparten de lo que han preparado para sus amplios altares.
No en vano, miles de turistas se alistan para recorrer estas zonas de gran riqueza cultural, las cuales año con año se rodean de olores y sabores ancestrales, enalteciendo una de las tradiciones más bonitas de México.
Del náhuatl Xantolo, y del latín ‘Sanctorum’, el Xantolo, esta «Fiesta de todos los santos» o «La noche de las ánimas», tradición de origen prehispánico con la que a través de rituales antiguos se regresan las almas de los difuntos al mundo terrenal.
Para ello, se hacen ofrendas a Mictlantecuhtli, dios que gobierna el Mictlán, el reino de los muertos. Esta fiesta tiene sus días grandes desde 30 de octubre y culmina el 2 de noviembre, día en que las ánimas retornan al más allá.
Para las familias, el Xantolo empieza con la siembra del cacao y maíz, así como la crianza de los animalitos que habrán de sacrificarse para las viandas. La música y las danzas son para alegrar a los ancestros a quienes llevarán parte de las ofrendas hasta sus panteones.
Las simbologías del Xantolo
En los municipios huastecos de Xochiatipan, Atlapexco, San Felipe Orizatlán, Jaltocán, Yahualica, Huazalingo y Huautla, se elaboran los altares con arcos forrados de flores para representar la puerta del cielo.
Para los altares, las mesas forman escaleras, en la huasteca hidalguense, además de ofrendas, flores, música de violín y las bandas de viento, se le suma el baile de los comanches, que se dice es para “engañar”, a la muerte.
En los últimos años, en Huejutla, con apoyo de autoridades estatales, se instala un centro ceremonial considerado el más grande del país.
Además de esta región, otra zona de México donde se viven de manera increíble estas fiestas es Pátzcuaro, Michoacán; Mixquic, Estado de México y en algunas regiones del sureste mexicano, donde las familias también comen en los cementerios todo lo que han preparado para reencontrarse y convivir con sus seres amados.