Chaneke verde
Con los apagones registrados en varias ciudades del país en las semanas anteriores, quedaron manifiestas tres cosas: 1.- el cambio climático puede generar cataclismos para los cuales no estamos preparados, 2.- No sabemos vivir sin gas natural y 3.- Comisión Federal de Electricidad (CFE) no es una empresa de clase mundial como dice.
Respecto al punto uno, la tormenta invernal que afectó Texas, fue consecuencia de un brote ártico, los cuales normalmente se mantienen ahí, en el ártico (entiéndase Polo Norte), debido a una serie de sistemas de baja presión; pero, debido al calentamiento global, esto se alteró. Y según los expertos es solo una pequeña muestra de lo que está por venir si seguimos contaminando. Pero claro, como no es conoravirus, casi nadie se alarma porque no lo transmiten a todas horas en todos los medios de comunicación.
Punto número dos: No sabemos vivir sin gas natural. Aunque existen múltiples formas de obtener energía eléctrica, en México el gas natural es usado para generar alrededor del 60 por ciento de la energía eléctrica del país, mientras que las energías limpias como la hidroeléctrica genera el 8.76 por ciento, la eoloeléctrica el 5.88, la fotovoltaica o solar el 4.29 el núcleo eléctrico el 3.63 y se pretendía que para el 2021, la energía limpia fuera del 30 por ciento. La mayor parte de la energía limpia proviene de plantas privadas. A finales de diciembre de 2020, 10.3 millones de usuarios se quedaron sin luz, debido a que algunas de essas plantas privadas, junto con las de CFE, sufrieron fallas intermitentes, encendiendo el foco amarillo de que algo andaba mal.
Punto tres: CFE no es una empresa de clase mundial, ya que al ser una paraestatal está sujeta al control del Ejecutivo, ósea del presidente. Y también, regulada por una serie de comisiones e intrincadas leyes que lejos de ayudar a la correcta toma de decisiones, la entorpece. Y es ahí donde la puerca tuerce el rabo, porque se mueve de acuerdo a intereses políticos, sin que se preocupe por mejorar el sistema de producción y operación, contaminando menos, como lo haría una verdadera empresa de clase mundial. Nuestro presidente actual, súper defensor del buen pueblo mexicano, e incansable combatiente de la corrupción, como siempre, ha prometido “rescatar” la infraestructura de CFE, la cual considera, fue saqueada por los gobiernos pasados.
Fue él mismo quien dijo que hubo un abandono de la industria energética nacional: “Durante muchos años no se puso en práctica ningún plan para extraer gas. Tenemos gas en el país, pero no les importó por que el negocio era comprar gas; porque en la compra del gas iba el moche (soborno)”. Y la verdad es que sí, todavía podemos ver que, en los pozos peroleros, el gas natural se consume en llamaradas perpetuas, en las llamadas “antorchas” que dan su luz desde Tuxpan y hasta Pánuco también, como lo dice la canción de “Tampico Hermoso”. Pero a pesar de eso, no se tienen grandes reservas. Nuestro país depende enormemente del gas proveniente de Estados Unidos. Es el como que se importe de nuestro vecino, casi el 80 por ciento del gas, gracias a esos convenios que comenta el presidente.
La semana antepasada, se aprobó la iniciativa de reforma de ley de la industria eléctrica, que ente otras cosas pretende que CFE ya no esté obligada a comprar por medio de subastas la electricidad, sino que tenga, la libertad de comprar directamente la opción que mejor le parezca, cuando lo considere pertinente; es ahí donde entran sus propias unidades de generación, entiéndase, sus propias plantas. Se pretende que el Estado recupere el control del sector y se detenga la política privatizadora. Cabe mencionar que aún falta que la apruebe el Senado.
Ello ha desatado gran polémica entre los expertos de economía y política. Y aunque no es mi intensión repetir sus opiniones, citaré la del investigador Joel Vázquez Pérez: “La modificación del criterio de despacho, relega a los generadores limpios y competitivos a favor de las plantas de generación tradicionales”. Lo cual impediría llegar la meta del 30 por ciento de energía limpia.
¿Pero qué implica esto? ¿Qué tiene que ver con la ecología? La cosa es más o menos así: con este “criterio de despacho”, se da preferencia a las plantas de CFE para generar y vendernos energía a través de sus plantas hidroeléctricas en primer lugar (que aunque son menos contaminantes, no dejan de dañar el ambiente ya que se desvían ríos), pero como no tienen capacidad para generar energía suficiente durante todo el año, el segundo método para generar energía sería a través de la quema de gas natural, combustóleo y diésel provenientes de Pemex o en su defecto carbón; en tercer lugar de prioridad estarían las plantas que producen energía eólica y solar, la mayoría de ellas en manos de empresas particulares y en cierto lugar, las plantas de ciclo combinado. Total, que, en lugar de cambiar a energías limpias y renovables, seguiríamos contaminando igual o más porque es más barato, al menos, por ahora.
Pero otros opinan que las plantas de CFE son obsoletas y que modernizarlas o repararlas (ya que algunas sufrieron también grandes daños por las bajas temperaturas), costaría mucho dinero y sin la ayuda de particulares, se incrementaría el costo de producción, pero ya que el gobierno se comprometió a no subir el precio de la luz, entrarían subsidios que de cualquier manera terminaríamos pagando los ciudadanos y entonces contaminaríamos igual, pero pagando más a largo plazo.
Y después de todo este rollo, me pregunto si es posible dejar de depender del gas natural para generar energía eléctrica. Y ya que prácticamente, los ciudadanos comunes, no podemos elegir otro proveedor de energía que no sea CFE. ¿No hay manera de que esta nos dé energía limpia suficiente todo el año? Podría apoyarse de los generadores particulares de dicha energía en lo que sus plantas se transforman en eólicas o solares en vez de seguir utilizando métodos convencionales. Algunos opinan que eso sería “venderles la patria” a los particulares y que, al ser dichas energías, intermitentes, no se puede depender de ellas porque nunca se sabe cuánta energía se producirá en cuánto tiempo, aunque los expertos dicen que sí es predecible. Debe de haber alguna manera de realizar esta transición a las energías renovables, sin “perder la soberanía nacional”.
Esta era la oportunidad de abandonar definitivamente al gas natural, pero, básicamente, seguiremos igual, porque lo último que importó en este debate, fue el medio ambiente. ¿O tú qué opinas? Yo digo que, si vamos a pagar más, que sea contaminando menos. Hay que ver a futuro y no ser populistas, no vale la pena seguir dependiendo del gas natural con tal de pagar menos, “lo barato sale caro”, dice el sabio refrán.
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