Con 20 años de servicio, la maestra Luz Cuervo entrega cada día cariño, atención y amor a sus alumnos de la Escuela Preescolar Indígena “José López Portillo”, ubicada en Chiatipan, municipio de Huazalingo; celebra este Día del Maestro la profesión que le apasiona
Luz Cuervo cumplió 20 años de servicio el pasado 16 de enero y la emoción de reencontrar a sus alumnos, después de dos años de pandemia, ha sido una de las experiencias más motivadoras que le ha entregado el ser maestra de la Escuela Preescolar Indígena “José López Portillo” que se ubica en Chiatipan, municipio de Huazalingo.
El 20 de agosto de 2021 las tres maestras y el maestro que dan clases en esta escuela, entregan cada día su entusiasmo a los más de 60 niñas y niños de la comunidad, y pudieron reencontrarse “con esas caritas sonrientes, entusiasmadas como nosotros de recibirlos”, dice la maestra Luz.
“Es mi pasión ser maestra porque uno deja una semilla en cada alumno y alumna y más feliz cuando sé que muchos de quienes fueron mis estudiantes siguen mis pasos, están estudiando para ser maestros y maestras, y eso me llena de emoción y orgullo”, dice.Asegura que la pandemia de covid-19 hizo que la labor de las y los docentes en México y en Hidalgo se valorara más, “ya que hoy que regresamos a clases presenciales, madres y padres de familia se han acercado para decirnos que están contentos de que sus hijos regresen a las aulas porque están motivados y alegres y eso nos indica que hemos hecho bien las cosas”, expresa.
Indica que, aunque es importante el aprendizaje y la enseñanza en las aulas, las y los niños requieren de atención y el cariño de sus profesores, “y aunque estamos limitados a tocarlos mucho, para mí es imposible no abrazarlos, no mirarlos de frente para expresarles la alegría de volverlos a ver”, dice, no sin antes señalar que se siguen todas las medidas sanitarias requeridas por las autoridades escolares.
Aunque en las comunidades rurales es limitada la tecnología, la maestra Luz indica que dejaron el WhatsApp como herramienta de comunicación con las madres y los padres de familia, además, para los menores que tienen a su mamá o papá lejos, “porque muchos trabajan en Monterrey, la Ciudad de México o en Estados Unidos, así que también intentamos enviarles mensajes de sus hijos y eso motiva a todos, a nosotros más cuando vemos que esos lazos de amor no se rompen a pesar de la distancia”.
Luz indica que, las y los maestros que dan clases en las comunidades indígenas se las ingenian todos los días para hacer que sus alumnos se diviertan, disfruten y amen la escuela, “así que, además de enseñarles, tratamos de que tengan momentos únicos, como los juegos o salidas a un balneario que tenemos cerca, aunque la última vez no se logró porque llovió, pero todos los que trabajamos en la escuela también ocupamos parte de nuestro salario para cubrir algunos gastos extras para que tengan material o algún momento único, como comprar un pastel”, expresa.
Señala que, lo más difícil de su profesión “es no poder ir más allá, sobre todo con niños o niñas que viven con violencia intrafamiliar, pero acá les damos el cariño y el amor que, a veces no reciben en casa. Acá son míos, e intento todos los días de que encuentren en la escuela ese lugar único donde aprendan y también se sientan amados y cuidados”, expone.
Este 15 de mayo es el Día del Maestro y sabe que, madres y padres de familia se están organizando para llevarles “un detallito”, “porque ya me están haciendo preguntas de que, si iremos a trabajar a lo que respondo que sí, porque este día, más que nunca, celebro y aplaudo haber elegido esta carrera que me apasiona y que, de volver a nacer, volvería a elegir ser maestra”, concluyó.