· A un año de pandemia, muchos aún estamos vivos
· Los que murieron gozan ya de su liberación del dolor
por Francisco Gómez Maza
El domingo 14 de marzo de 2020 estuve en la fiesta de bodas más esplendorosa e impresionante, que jamás había vivido en toda mi vida.
Dos bellos jóvenes que se casaron en la idílica capilla de una de las más hermosas zonas residenciales, levantadas al pie del Ajusco, celebraron en familia su unión matrimonial.
Desde esa fecha, cuyo primer aniversario deberé gozar, si aún vivo, el venidero domingo 14 de marzo de 2021, he estado en el confinamiento que obliga esta mortal pandemia de coronavirus.
Un año en el cual miles de familias han sentido el rigor del abandono, el dolor de la muerte de sus seres más queridos. Casi 120 millones de personas contagiadas por el nuevo coronavirus y mucho más de dos millones 600 mil que fallecieron en el planeta. Y en México, uno de los países más asediados por la desgracia, dos millones 200 mil de contagios y unos 192 mil fallecidos. Y solamente son cifras oficiales.
Ha trascurrido un año en el que la economía, con sus factores: el empleo en todos sus niveles, la destrucción de micro, pequeñas y medianas empresas, el virtual desmantelamiento del sistema educativo (millones de niños sin algún instrumento virtual para recibir sus clases); todo ha sido trastocado por las medidas de protección humana, necesarísimas frente al virus SARS-CoV-2, que ha arrasado con la sociedad, deshumanizándola, haciéndola más egoísta, más oligofrénica, más maniaco depresiva, particularmente en las capas más escandalosamente concentradoras de riqueza, que han aumentado exponencialmente sus caudales en base a la explotación de las necesidades de los trabajadores.
Las grandes cadenas de almacenes expendedores de alimentos se han enriquecido como nunca a costa del hambre de sectores, que aún tienen un endeble poder de compra. Difícilmente, si no es que imposible, contabilizar y evaluar, inclusive para los expertos del Coneval (Consejo Nacional de Evaluación), los niveles a que ha crecido la pobreza y ya no se diga la pobreza extrema.
Se ha desatado asimismo un, a veces, idiota debate en torno al comportamiento de la marcha de la economía, como si no supiéramos, todo el mundo, que abandonadas las actividades económicas, ante el gran temor de los contagios de la covid-19, la economía obligadamente tiene que contraerse y, si se mueve, es por la inercia, la dependencia de actividades manufactureras, activas, porque tienen un muy buen porcentaje de protección ante el virus.
Pero del 14 de marzo de 2020 al 14 de marzo de 2021 he sentido las fuertes presiones del confinamiento, lo he experimentado en casa y en la casa del muchos familiares, amigos y colegas periodistas, un buen número de ellos, muertos ya por la acción de esta enfermedad que se lleva al panteón o al crematorio a todo aquel que no cuida el cumplimiento de los protocolos de protección o que se contagia sin darse cuenta, o por tallarse los ojos sin darse cuenta.
Y lamentable que la desgracia de los mexicanos se haya politizado. Todos contra todos, como dice Ivonne. Y todos creen tener la razón, inclusive, o quizá por ello, los perdedores y los enanos del tapanco, aquellos que apoyan sin tener una clara idea de qué apoyan. Pero más destilantes de odio quienes llevan en su mente una gran simpatía por el status quo, en el que sólo sus intereses personales cuentan. Uno que otro descuidado ha caído en las garras de la pandemia, pero no sabemos nada más de sus experiencias kafkianas, pues han muerto y ahora son polvo y cenizas.
Un año de dolor para muchos seres humanos. Por el contagio, por las noches de insomnio con la amenaza de morir en cualquier instante, por la muerte de los seres queridos. Y no hay aún fecha de caducidad., sobre todo cuando el virus de está mutando constantemente, y las vacunas se inoculan a cuenta gotas. Aún no es posible esperar que haya un rechazo de rebaño, comunitario, al virus.
El ser vacunado no es garantía absoluta de que uno no va a ser contagiado, como el hecho de que cuestionar acremente, denostadamente, al presidente López Obrador vaya a garantizar que la derecha anticomunista gane el congreso de la unión, sacando a patadas de las curules a los morenistas.
Más bien, muchos analistas aseguran que los opositores están tan hechos bolas, que no saben si el mecate resistirá. Hay quien afirma que el PRI y el PAN van a aplicarse el harakiri, porque, en vez de fortalecer su estrategia de triunfo, han perdido el tiempo en atacar infantiloidemente al enemigo, como niños malcriados que, a cada rato, sacan a relucir sus dotes de grandes peleadores. Del PRD ni hablan porque es un fantasma, algo ya inexistente, y con olor a putrefacto cadáver.
Sólo una pincelada odiosa de lo que ha ocurrido entre el 14 de marzo de 2020 y el 14 de marzo de 2021, un año de matrimonio de la hermosa pareja formada por Mita y Chava.