En este municipio, dos hermanas viven de la venta de tamales y hasta 250 venden al día; la enseñanza de su elaboración se lo deben a su mamá, María de los Ángeles Vargas Monter, mejor conocida como “Angelita”
Este Día de la Candelaria el comer tamales es una tradición, uno de los platillos o antojitos mexicanos favorito para cualquier hora del día y es en el municipio de Agua Blanca en donde, durante 40 años, el toque de María de los Ángeles Vargas Monter, mejor conocida como “Angelita”, actualmente, sus dos hijas han tomado la enseñanza como herencia, y ahora son las que venden este producto en el centro municipal.
Pasa del medio día, y ambas hermanas han concluido la venta de tamales en este Día de la Candelaria, se toman un respiro y platican que, para elaborar estos productos, requieren ocupar prácticamente todo el día, ya que, todas las tardes deben comprar la carne, así como los ingredientes de las salsas, las hojas, la masa y lo que haga falta para iniciar con la preparación de los mismos.
“Desde mi mamá se hacen tamales en el municipio, ella vendió como 43 años, estuvo frente al negocio por este tiempo y trabajábamos con ella, así que mi hermana y yo aprendimos a realizarlos, porque hacer un tamal no es fácil y es un trabajo pesado, pero también que si uno le pone amor, pues es redituable.
“Nosotros trabajamos todos los días, prácticamente todo el día porque, después de vender, compramos los insumos que se utilizarán al día siguiente y dejamos preparado todo desde un día antes porque son entre 200 a 250 tamales diarios los que vendemos”, explica Dalia Gómez.
Señala que su esposo le ayuda a la elaboración, además de las compras que se requieren, desde el mole, las rajas, la carne, la masa “y así lo preparamos por las tardes para que no sea tan pesado el trabajo al día siguiente, porque nos paramos temprano para realizarlos, a las 2:00 de la mañana, así que nos preparamos para que salgan como todos los días, ricos, calientitos y listos para venderse”, indica Dalia.
Para Jazmín Gómez, realizar los tamales, además de ser una tradición familiar, es una forma de honrar a su madre quien les dio el conocimiento para llevar a cabo esta tarea que las ha ayudado a salir adelante.
“Es un trabajo noble y redituable, se sale adelante y es algo que disfrutas hacer porque es algo que nos dejó mi mamá como herencia, además de que nosotros a su vez, le realizamos un homenaje y hay que seguirlo haciendo para lograr avanzar”, señala Jazmín.
Ahora, las hijas de Dalia y Jazmín también están aprendiendo a realizar los tamales ya que les aseguran que, aunque elijan estudiar una carrera, “siempre es bueno saber que puedan hacer algo más en caso de que no encuentren trabajo de lo han estudiado y, hacer tamales y venderlos, es redituable y pueden salir adelante”, concluyó Dalia.