Sin un modelo económico social y sin desarrollo tecnológico, la economía seguirá estancada

La esencia de la economía es su relación con el bienestar material de los seres  humanos, en un contexto social, es decir generar los bienes satisfactores  fundamentales para vivir, en el proceso histórico se le mutiló el sentido social, dando paso al libre mercado, transformando los bienes satisfactores en  mercancías, imponiendo la lógica de la ganancia y la acumulación concentrada, en los que dominan los mercados; en contraparte se precarizó el valor del conocimiento-trabajo, trasladando las ganancias desmedidas hacia el capital, en  detrimento de los salarios, generando una gran desigualdad social. 

El crecimiento de la economía expresada en indicadores como el PIB (Producto  Interno Bruto) y el IGAE (Indicador Global de la Actividad Económica) no  miden el bienestar de la población empobrecida. 

Según Arturo Herrera, Secretario de Hacienda, “México saldrá mucho más  fuerte que sus pares latinoamericanos en términos macroeconómicos y fiscales” lo fundamenta en la decisión del gobierno de no endeudarse para apoyar a las  empresas, sobre todo a las grandes. 

Recientemente el INEGI publicó el PIB correspondiente al primer trimestre del 2021, en las variaciones respecto a 2020, se observa que decreció 2.9%; las  actividades primarias fueron las únicas que mostraron crecimiento de 2.8%,  pero las actividades secundarias y terciarias, disminuyeron en 2.3% y 3.6%,  respectivamente. En comparación al trimestre previo el PIB creció 0.4% es  comprensible por el confinamiento.  

Tanto como que vamos a salir más fuertes de la pandemia, es cuesta arriba, pero  lo que sí es irrefutable es que la ciencia económica es una ciencia social, lo que  significa que no se debe reducir a la eficiencia de los factores de producción y  al manejo de tasas de interés que favorezcan solamente a las grandes  corporaciones. 

Sino que el Estado-Gobierno es el único que puede instrumentar políticas y  programas para definir una ruta que dé respuesta positiva a las crisis económica,  sanitaria, ecológica, como a la superación del rezago tecnológico, fenómenos  que están estrechamente relacionados.  

Dado que éstas crisis son de alto impacto, se requiere un Estado-Gobierno fuerte  que retome la rectoría de los procesos económicos y políticos, en dicha fórmula  es imprescindible ejercer la soberanía en rubros estratégicos, como los  energéticos, la salud, la política fiscal, monetaria, financiera y comercial; si bien  ayuda no son suficiente los acuerdos internacionales, dado que la economía  prepandémica tiene aún un fuerte perfil corporativo trasnacional, que ha  precarizado al trabajo, profundizando la desigualdad y desmantelando al sector  salud, generando una alta vulnerabilidad en la población empobrecida.  

Como lo dijo Arturo Huerta, el COVID-19 y los efectos del Cambio Climático,  han mostrado ostensiblemente, la inoperancia y la falta de sentido humano del  modelo neoliberal, al preferir a la libertad de mercado en detrimento de una  mayor participación del Estado-Gobierno, crearon las condiciones para que en  paralelo a la precarización social de la economía, se fomentaran las cadenas de  la corrupción institucional, favoreciendo a los dirigentes en turno. 

La transformación de la cadena de valor económico, en las cadenas de la  corrupción a gran escala, no solo es injusto socialmente hablando, sino  aberrante desde la perspectiva de la ciencia económica. 

El aplicar las políticas neoliberales de más mercado y menos gobierno,  descapitalizó a los sectores fundamentales como la salud y el cuidado del medio  ambiente, propiciaron la precariedad laboral, con salarios menores al nivel de  subsistencia, creando las condiciones de incremento de la informalidad  económica, sin empleos fijos y mal remunerados, pero sobre todo carentes de  prestaciones sociales. Mientras que los servicios médicos privados  incrementaron sus precios, haciéndolos inaccesibles a la mayoría de la  población.  

El binomio ciencia-tecnología que es otro de los sectores estratégicos, está relegado a su suerte, con un sistema nacional desarticulado, favoreciendo desde  la era neoliberal prepandémica, a los grandes consorcios, que ostentan el  monopolio de la producción y aplicación del conocimiento codificado.  

La crisis pandémica, sanitaria, tecnológica y ambiental, obliga a un  replanteamiento del Estado-Gobierno desde una perspectiva de la  globalización, más allá de la 4ªT, pero claro ningún retroceso al neoliberalismo  del mercado libre; los partidos que abogan por el regreso a una economía  corporativista sin justicia social son algo más que apátridas. 

Artículo anteriorVaya colapso
Artículo siguienteSeñoras y solidaridad
Actualmente Director del Observatorio Tecnológico de Hidalgo (OTecH) (2011 a la fecha), profesor Investigador en la UAEH (2009 a la fecha), presidente de la academia de Fundamentos de la Metodología de Investigación. El 26 de octubre del 2020 obtuvo el grado de Doctor en Ciencias Administrativas en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo con la tesis “Modelo Virtual para la Transferencia Tecnológica y de Conocimientos en el Estado de Hidalgo” Estudio LA Licenciatura en Economía en el IPN (1971-1976) y la Maestría en Ciencias de la Administración en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (1992-1994), Conduce el programa de radio “Sinérgica: El Rostro Tecnológico de la UAEH