Los expertos y organizaciones como autoridades mexicanas, han declarado que la economía nacional va a crecer en 2021 entre 4% y 6%, me pregunto ¿Cuántos pobres dejaran de serlo? Claro no hay cifras, solo un mayor grado de concentración de riqueza.
¿Y después de este año? Que grado de sostenibilidad tendrá el modelo que todavía no se acaba de instaurar; el neoliberalismo ya dio muestras de lo que es capaz, a una mayo privatización mayor concentración de riqueza, en proporción directa a un mayor empobrecimiento y mayor desigualdad.
¿Acaso el crecimiento que esperamos se alcance, logrará que se produzcan más alimentos sanos y funcionales a precios accesibles para los pobres?, no más chatarra; lo veo difícil que en tan corto tiempo se pueda revertir el desmantelamiento del campo gracias al TLC; la autosuficiencia alimentaria de México, es del 53% cuando el margen aceptable es el 76% según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura).
Las empresas trasnacionales, como Bayer/Syngenta/Monsanto y Microsoft, impusieron un paquete tecnológico denominado Revolución Verde, integrado por semillas híbridas y transgénicas, maquinaria pesada, agrotóxicos, herbicidas como el glisofato y el dicamba, es la tecnología agroalimentaria o digital 4.0, una agricultura sin agricultores por el alto grado de automatización, articulándola a la industria alimentaria 4.0, basada en el lucro, la uniformidad genética de plantas y animales domésticos, para generar productos con alto contenido de conservadores, saborizantes, espesantes, colorantes, con impactos negativos para los consumidores.
El mercado de productos agroalimentarios, es una larga cadena de valor tecnológico desde el campo, hasta el consumo, pasando por la industrialización, y claro toda la tecnología en propiedad de las trasnacionales, a través del capital intelectual, garantizándoles la monopolización de todos los segmentos de mercado y por ende el control de precios y de abasto en todo el planeta.
Los productos alimenticios no solo son para quitar el hambre sin nutrir, sino que deben ser benéficos para la salud de los humanos, también son expresión cultural de pueblos y comunidades, fundamento e identidad de sus regiones y etnias.
Aplicar tecnologías que homologuen alimentos, significa trastocar patrones de consumo y culturas, de los diversos grupos humanos y sus regiones, costumbres y valores sociales que los une.
En el sector salud la población mundial está a merced de las grandes trasnacionales farmacéuticas, que tienen la capacidad de investigación, fabricación y distribución de vacunas y medicamentos, por ende tienen el dominio de los mercados de esos bienes, siendo ellas las que establecen precios y condiciones, en detrimento de los que carecen de los recursos financieros suficientes, pero sí se aprovechan de los recursos naturales de las naciones empobrecidas.
Las tecnologías digitales se caracterizan por ser eminentemente disruptivas, que con la pandemia registraron un escalamiento global de alto impacto, tanto en los productores como en los usuarios, generando la conectividad ubicua, gracias a los smartphone, las redes sociales y al entretenimiento audiovisual, lo que propició el desarrollo de aplicaciones de cómputo en la nube (granjas de servidores), el Bigdata, Blockchain (cadenas de bloques) y la inteligencia artificial, en su multiplicidad y multidimensionalidad de aplicaciones.
Este paradigma tecnológico cuya convergencia científica-tecnológica, se escala a la velocidad de la imaginación, mejor dicho a velocidad de 5G, ha propiciado el auge de plataformas tecnológicas globales, generando y concentrando un poder tridimensional: científico-tecnológico, político y económico, en un reducido grupo de empresas trasnacionales, de los países que han impulsado y/o permitido su desarrollo científico-tecnológico. Este conjunto de empresas constituyen una oligarquía financiera-tecnológica sustentada en el oligopolio del conocimiento, cuya apropiación es a través de la Propiedad Industrial e Intelectual. Los efectos que se esperan pueden ser devastadores. ¿Acaso estamos frente a la aplicación de la teoría del caos de E. Lorenz?
El desarrollo exponencial-disruptivo del binomio ciencia-tecnología que se retroalimenta, es necesario se incluya en los planes de desarrollo de las naciones emergentes.
La soberanía tecnológica, podría crear las condiciones para lograr la soberanía alimentaria, energética, sanitaria e industrial, derivando en la superación de la informalidad económica, el desempleo y la desigualdad. La soberanía científico tecnológica es la gran faltante en la política económica y social de México.