Mientras enfrenta a una nueva ola de la epidemia provocada por la aparición de variantes más agresivas, la respuesta de la población a vacunarse apenas suma un tercio
La falta de estrategias serias que se han dejado de implementar en Rusia, lleva a este país a tener un tercer récord consecutivo de muertes y contagios, luego que desde junio, enfrenta a una nueva ola de la epidemia provocada por la aparición de variantes más agresivas, derivado de desatender el cumplimiento del uso de las mascarillas y una lenta campaña de vacunación, por desidia y desconfianza hacia sus autoridades.
Mientras, se maneja una cifra de muertos a la alza de 229.528 personas desde el inicio de la pandemia, lo que convierte a Rusia en el país más afectado de Europa, se cree que los datos subestiman estas cifras en gran medida, pues según la agencia de estadísticas Rosstat, se han producido más de 400.0000 decesos hasta finales de agosto.
Asi ismo se dio a conocer que apenas un tercio de los rusos ha sido inmunizado desde la aparición de la primera vacuna nacional, Sputnik V, en diciembre de 2020. Lo que se considera un fracaso que puede entenderse sobre todo por la habitual desconfianza de la población hacia las autoridades.
Frente a este escenario, se considera que los dirigentes han tardado en reaccionar e imponer medidas restrictivas por temor a debilitar una economía ya tambaleante.
Esta semana, el presidente Vladimir Putin decretó finalmente siete días libres, del 30 de octubre al 7 de noviembre, en un intento de frenar la propagación del virus.
El Ayuntamiento de Moscú, donde se halla el principal foco epidémico del país, cerrará todas las empresas y comercios no esenciales durante once días a partir del 28 de octubre.
Sin embargo, los críticos acusan a Putin de no tomar medidas contra la epidemia, mientras que el Kremlin sostiene que los europeos se desplazan en masa a Rusia para vacunarse con Sputnik V, en vez de recibir las vacunas reconocidas por la Unión Europea.