El evasor de impuestos, usurero e hitleriano Ricardo Salinas Pliego inició una cruenta batalla por no pagar 40 mil millones de pesos de impuestos al gobierno federal, esperando que el SAT doble las manitas y le condonen o le hagan una suculenta rebajita.
Su principal títere, Javier Alatorre, aprovechando la numerosa audiencia que todavía conserva en la concesión que le ha autorizado el gobierno de México, lanzó la primera consigna del supuesto adoctrinamiento comunista que conllevan los libros gratuitos que se entregarán para el próximo ciclo escolar en los grados de preescolar, primaria y secundaria.
En seguida se unió a la campaña el admirador de Hitler, y dirigente nacional del PAN, Marko Cortés, quien, emulando a su maestro, aquel trágico y repudiable mayo de 1933 (hace 90 años) cuando el movimiento nazi ordenó se quemarán 25 mil volúmenes.
Cortés en un mensaje grabado y difundido por las redes sociales, llamó a los padres de familia a quemar los libros o bien a arrancar todas las hojas que ellos consideraran nocivas para sus hijos.
Se acusa de manera ignorante, irresponsable y nociva que dichos textos llevan el virus del comunismo y para ello, se usó también a la ultraderechista y recalcitrantemente católica Unión de Padres de Familia.
Y claro, todos los resentidos del régimen se unieron a la protesta.
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Es increíble después de tantos años revivir el fantasma del comunismo y que se argumente que niños de preescolar, primaria y secundaria puedan ser contagiados con un virus inexistente que tendría que ser propagado por absolutamente todos los mentores de esos niveles escolares.
Y para el dirigente azul fue más fácil revivir el espíritu de Adolf Hitler y Joseph Gooebbels y envolverse en la bandera nazi para golpetear a su odiado enemigo político. Y todo esto por miedo a no tener las votaciones suficientes y perder la mayoría calificada en las próximas elecciones de 2024 que mandarían a la cárcel a un buen número de sus correligionarios y amigos. Que también los volverían a dejar sin sus anhelados botines para seguir enriqueciéndose y viviendo del erario como magnates, cuando deberían ser auténticos servidores públicos. El ejemplo ya se los puso el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Y por otro lado haciéndole el caldo gordo al lépero Vizconde del Ajusco, para darle armas y pueda negociar ese pago de impuestos tan anhelado que debe al SAT.
Como si no fuera suficiente el tremendo ejército de mercenarios con pluma y micrófono que contrató para esta guerra propagandística.