En el Senado se escuchará seguramente este miércoles el réquiem por Notimex, la Agencia de Noticias del Estado Mexicano. Esto cuando aprueben, por órdenes presidenciales, la minuta que extingue este órgano comunicacional creado en agosto de 1968 en el marco de los juegos olímpicos celebrados en México ese mismo año.
Como he dicho antes en este mismo espacio, será el epílogo más triste de Notimex, tras una historia de más de 55 años. Digo triste aun cuando es mucho más que eso, en particular para quien como yo tuve la suerte de servir a Notimex en dos periodos distintos, el primero como corresponsal en Los Ángeles, California y el segundo como editor en la mesa internacional de Notimex en la Ciudad de México. Fueron dos oportunidades profesionales muy gratas e inolvidables y aún debo decir, formativas en mi trajinar periodístico que suma ya varias décadas y que incluyó el ejercicio de una corresponsalía por seis años al servicio de Excélsior en la capital venezolana.
Hoy, cuando se da por hecho que se formalizará la extinción de Notimex conforme una determinación del presidente Andrés Manuel López Obrador, decidí compartir con ustedes, afables lectoras y lectores, un capítulo personal de mi propia historia en Notimex.
Tras un periodo periodístico intenso en Venezuela, en la primera mitad de la década de los noventa, la etapa sin duda más convulsa de la historia democrática de la Arabia Saudita latinoamericana como me gusta llamarla, me reinstalé en México a principios del año 1996. Al cabo de unos meses ese año, pasé a formar parte de la Redacción en México de Ansa, la agencia noticiosa italiana, y un día, de manera inesperada, recibí una invitación del colega costarricense Humberto Arce para incorporarme al ahora extinto diario Novedades, el preámbulo de Notimex.
Una mañana el propio Arce me hizo saber que debía acudir en su representación a un desayuno-conferencia de prensa con el entonces director general de Notimex, don Jorge Medina Viedas (qepd), quien haría una serie de anuncios de nuevos servicios, entre ellos fotográficos, de Notimex. Acudí a ese encuentro. No conocía personalmente a Medina Viedas, pero tras la exposición que éste hizo, me presenté con él y le transmití un saludo de Arce, entonces subdirector de Novedades.
Luego y sin meditarlo mayormente, hice saber a don Jorge Medina mi interés en Notimex y preferiblemente en una corresponsalía fuera del país. Don Jorge me escuchó, y apenas contuvo la sonrisa ante mi atrevimiento. Me explicó que cualquier corresponsalía de Notimex fuera de México era una posición codiciada por muchos periodistas, entre ellos muchos dentro de la propia Agencia, y que en consecuencia lo planteado era casi inalcanzable. Algo que desconozco me favoreció porque unos meses más tarde recibí una llamada telefónica de la Dirección General de Notimex para que me presentara a una entrevista con don Jorge Medina. Acudí, entusiasmado por supuesto, en las oficinas de Morena. La charla fue breve. Tenía que prepararme para salir de la Ciudad de México con destino a Los Ángeles, El plazo fue perentorio. En junio de 1997 estaba ya en una oficina de Wilshire Boulevard. Comenzaba mi primera etapa en Notimex y mi segunda corresponsalía en el extranjero.
Allí me desempeñé por casi dos años, pero por razones que no vienen a cuento esta vez, decidí retornar a México, y renunciar a la Agencia. La experiencia en Los Ángeles resultó inolvidable y muy apreciable profesionalmente.
Luego transitaría por otras agencias noticiosas, UPI por segunda vez y Xinhua, la agencia china. Al cabo de varios años, llegó una segunda oportunidad para volver a Notimex, esta vez como Editor en la Mesa Latinoamericana en Ciudad de México. Me reincorporé en 2007, esta vez por un periodo de poco más de 12 años, un tiempo también inolvidable y apreciado.
Pero ésta mi segunda travesía por Notimex llegó a su fin hace poco más de cuatro años, como hoy le toca a la propia Notimex. Vaya un réquiem por esta agencia que hoy encalla de manera triste.
@RoCienfuegos1