¿Por qué triunfa la estrategia de abrazos, no balazos?

En algún momento, dije que el presidente muestra en sus conferencias matutinas, la ruta a seguir de sus bases sociales y el sendero de la angustia y la desesperación a sus contrarios. Lo más espeluznante del caso es que, algún opositor al presidente me dijo, -Estas equivocado – y aseguró, nosotros no seguimos el camino que nos indica.

Bueno, yo creo que sí, nadie discute algo diferente a lo que dice el presidente; tampoco por qué dice lo que dice, ni como lo dice. Es parte de la realidad de actual de hacer política, la manera contestataria, el grito de consignas y el aseguramiento de que el futuro está del lado de los opositores. Una formula con sabor a pasado, igual que el discurso presidencial.

En eso basa el triunfo de sus políticas, en recrear un escenario contestario y lleno de descalificaciones de ambos bandos, donde al lado de la descalificación, está la esperanza de que el estado mexicano se vuelva sensible, responsable, incluyente, progresista. Como si el estado mexicano tuviera esa necesidad.

No pues, el estado mexicano no es sensible, ni incluyente, ni progresista, ni responsable. La manipulación del grupo de padres de los 43 normalistas para respaldar la campaña presidencial, en búsqueda de la justicia, es una muestra, a 4 años de gobierno, no hay, no habrá respuesta alguna para ellos.

Los opositores mismos han buscado que el estado mexicano los reconozca, los abrace y se reconcilie con ellos, de todos los signos, los movimientos guerrilleros, al menos los hijos; las autodefensas, los padres de los desaparecidos y no, no ha sucedido, bajo ninguna circunstancia ha sucedido.

Esa esperanza de ser opositor y ser apapachado es la que ha hecho que la política de abrazos y no balazos triunfe, al menos discursivamente, esa búsqueda de que el estado mexicano sea un estado que dialogue, que reconozca los errores en los que ha incurrido, es una falacia.

Los que saben, dirán, -Pero el gobierno ha pedido perdón por los hechos dolorosos del pasado- es verdad, pero y ¿los del presente?

Para muestra un botón, acaba de morir, a los cien años de edad el expresidente Luis Echeverría Álvarez, a quien, la mayoría, señalamos, en algún momento, como responsable de los hechos más dolorosos en represión.

Alguno ha dicho que es muy triste que haya muerto sin ser juzgado, plenamente, por los crímenes de los cuales se le acusa históricamente. Cara visible del estado mexicano, no era el único responsable de los hechos, tomando en consideración que el estado mexicano se constituye al menos por tres poderes. No hacerlo así, implica que la visión de ser opositor y de buscar justicia se ha desdibujado de manera real en la sociedad mexicana.

La oposición busca que el presidente de la república, se vuelva hacia ellos y con una sonrisa bondadosa los convoque a sentarse y a discutir las políticas de seguridad, a escuchar sus propuestas de endurecimiento y persecución de los criminales más buscados. Y con una amplia sonrisa, los despida con un abrazo, con una sonrisa.

No sucederá, el presidente es la cara más visible de un estado, pero al final del día el estado mexicano se constituye con al menos tres poderes y, cada uno de ellos, tiene una función específica que debe cumplir, ya sea expidiendo las leyes necesarias para garantizar la seguridad y el desarrollo del país, ya sea impartiendo justicia o bien representando al gobierno y observando que las leyes se cumplan en todos los ámbitos de la nación.

Pero aun más el estado mexicano se constituye por territorio, población, estados y municipios. El presidente no puede, no debe ser omnisciente, omnipresente, no, a menos que se asuma como el único poseedor de la verdad, lo cual lo colocaría en el plano del autoritarismo.

El estado mexicano es uno y quienes lo representan, deciden hasta donde y como este, incluye, integra o rechaza a los grupos sociales. No será incluyente, no, bajo ninguna circunstancia, y por ello la oposición deberá entender que la única manera de ser oposición, es asumiéndose como contraria a las políticas del estado, enarbolando propuestas serias, reales, organizadas, estructuradas socialmente, destacamentadas territorialmente.

Son oposición, no en la medida y constitución que les diga el presidente; son oposición en la forma en que se asuman y se consideren oposición, con todos los riesgos que representa, con todos los programas que construyan.

Mientras que no lo entienda, serán lo oposición que encanta y enamora al presidente, por simple ramplona e inútil.