Una decena de representaciones de la pasión y muerte de Jesucristo se preparan en la Bella Airosa, los más atractivos para el turismo son los del barrio minero El Arbolito, Las Lajas y el de Cubitos, uno más se realiza en el penal de Pachuca, donde los presos realizan un viacrucis viviente, mientras que en la colonia 11 de Julio, los niños son quienes hacen recordar lo que sufrió el redentor al ofrendar su vida para toda la humanidad.
El mundo católico se prepara para recordar uno de los momentos más importantes, sobre la vida, pasión y muerte y resurrección de Jesucristo.
En los 84 municipios de Hidalgo, hay representaciones del viacrucis, pero en Pachuca, se centran algunos que, por sus particularidades, llaman la atención no solo de los habitantes de barrios y colonias, sino de turistas que vienen atraídos por la solemnidad que se les imprime y les permite vivir de manera distinta su fe.
En el cerro de Cubitos, la procesión caminara dos kilómetros para seguir la representación que encabeza un nazareno con una cruz a cuestas que pesa 100 kilos.
Esta representación, se ha convertido en una de las más antiguas y tradicionales de la entidad, y este año cumple 53 años de realizarse de manera ininterrumpida.
Mientras que el viacrucis de Las Lajas, ubicado al norte de la ciudad de Pachuca, caminará hasta alcanzar la cima del cerro “El Lobo”.
Aquí la representación de la crucifixión de Jesús y las tres caídas es impactante por el realismo que se le imprime,
Mientras que el más antiguo y emblemático es el que se realiza en el barrio mágico de “El Arbolito”.
Los callejones angostos hacen que la subida sea muy sufrida tanto para quienes hacen la representación como para los más de dos mil fieles que acompañan a la procesión que sale de la parroquia de este barrio de tradición minera.
Aquí las familias se conocen todas y se ayudan para organizar este viacrucis.
Esta representación minera nació en 1969 y comienza toda la solemnidad católica con el Domingo de Ramos con la entrada triunfal de Jesús.
Toda la semana está llena de devoción y reflexión, pues los sacerdotes se encargan que la gente del barrio viva de manera distinta estos momentos que sirven para recordarles que tienen un Dios amoroso que ofrendó a su único hijo para la salvación de toda su creación.
Esta celebración culmina con la resurrección, la noche del sábado y el domingo donde se hace una fiesta por la Pascua.
Luego de ello, la misma iglesia y sus organizadores y benefactores descansan tan solo para dar un espacio y ver quienes serán los participantes del próximo año.
En el Centro de Readaptación Social de Pachuca, se vive también esta tradición católica en la que participan solamente los presos y sus familias.
Mientras que otro de los viacrucis que ha cobrado importancia en la capital hidalguense es el que representan niños de la colonia 11 de julio, ahí los infantes remueven entre propios y extraños un sentimiento especial cuando van paso a paso tras ellos mientras recuerdan la pasión y muerte de Jesús.