Llega el mes de febrero y con él una serie de folclóricos carnavales en los que chicos y grandes se dan cita para celebrar, gozar, reír y disfrutar un evento tradicional que tiene que ver con una tradición milenaria.
A modo muy resumido, el carnaval es una celebración que a raíz del cristianismo, se produce en unas fechas concretas, específicamente antes de la cuaresma y debido a esto tiene fechas variables, normalmente entre febrero y marzo.
Tradicionalmente empieza un jueves (llamado jueves «lardeo»), llamado así por el «exceso de carne». Es el comienzo de la fiesta de la carne. La última semana en la que los católicos pueden disfrutar de este alimento en todas sus formas antes de su privación en la Semana Santa.
Carnaval es una palabra compuesta del latín, «Carnen Levare» y que significa «quitar la carne». En éste periodo que toma su estatus como celebración en la que todo está permitido y para que los participantes resguardaran su reputación, se cubrían los rostros con antifaces y disfraces, permitiendo así desinhibirse por completo.
Esta festividad muchos la entienden a modo cristiano…pero atención, porque los carnavales tal y como los conocemos tienen origen pagano, ya que fue una festividad adquirida desde antes del cristianismo, pero transformada después con la llegada de lo religioso/cristiano (como todas las festividades popularmente conocidas, y que el Folklore recoge) tienen orígenes mucho más remotos, y mayormente entendibles.
Según algunos historiadores, se festejaba ya hace más de 5000 años, incluso remontándose a los sumerios.
Se cree que los primeros en disfrutar del Carnaval, fueron campesinos sumerios, se reunían disfrazados y enmascarados delante de una hoguera para celebrar la fertilidad de la tierra y alejar a los malos espíritus de la cosecha. En Egipto había una festividad similar en honor al toro Apis.
De aquí, la tradición llegó a la antigua Grecia, transformándose en la fiesta dedicada al dios del vino, Dionisius, donde existía la tradición de pasear un barco con ruedas (carrus navalis), en el cual la gente bailaba cualquier tipo de danza. En Roma, también tuvo su equivalente en las fiestas del Dios Baco (de dónde derivó la palabra Bacanales).
Tanto Dionisius como Baco se vinculan a la fertilidad, el vino, el placer y la diversión.
Nota: Hay una teoría que vincula el origen de esta festividad con el culto al Dios Cannaneo Baal (CaVN, Baal: Carne al Dios Baal) . En estas festividades, se sacrificaba carne en honor a Baal.