¿México se dirige a la ruta de la economía del conocimiento?

Economía e Innovación/Roberto Morales Estrella

Cuando crecer de nada sirve, esto es, cuando solo el PIB y las ganancias de las grandes empresas crecen, sin que se registre ningún avance en el bienestar social, sin que se disminuya la desigualdad, sin que se tome en cuenta al talento de los mexicanos, ni a las capacidades nacionales de producir y aplicar productivamente el conocimiento, y la indiferencia hacia nuestra capacidad de desarrollar la tecnología, que nos puede hacer independientes ante las grandes trasnacionales, dueñas de la propiedad intelectual.

Tres mil 400 millones de pobres en el mundo y 150 millones se sumarán como consecuencia de la pandemia, las naciones económicamente más fuertes con
28 por ciento de la población mundial, tienen acceso al 86 por ciento de las vacunas contra el COVID, América Latina con el 8 por ciento de la población mundial registra el 25 por ciento de los decesos mundiales provocados por la pandemia.

Esto corrobora que la producción y distribución de la vacunas es un tema de precios, mas no de salud mundial, ya que dos terceras partes de las naciones, por razones de empobrecimiento, carecen de la posibilidad de obtener vacunas, las cuales debieran de ser un bien público, haciendo necesaria la liberación de las patentes, como la transferencia tecnológica y de conocimientos a las naciones que lo requieren para producirlas, pero no, la discusión está centrada en los precios que varían entre 6 y 20 dólares. El riesgo es que, si no se erradica la pandemia a nivel global, el contagio seguirá.

Ahí está la evidencia de las consecuencias de un modelo económico basado en el mercado, sustentado por la privatización de los recursos naturales, cuyo aprovechamiento debe ser un derecho y no una mercancía, como está sucediendo con el agua, que en corto tiempo será uno de los artículos con precios tan altos, que la harán inaccesible para las mayorías pauperizadas, tal como está sucediendo con las vacunas, los medicamentos y los servicios médicos privados. En México la capacidad de producción de vacunas era de 100 millones, pero con Mikel Arreola en la Cofepris, se redujo a 25 millones de vacunas. ¿A qué se debió?

¿Pero cuáles son las causas de esta injusta desigualdad entre naciones para la disponibilidad de vacunas? Sin lugar a duda a la marginalidad en el conocimiento y en el desarrollo tecnológico, las naciones que no tienen al conocimiento, a la investigación y al desarrollo tecnológico como la columna vertebral de todos sus procesos económicos políticos y sociales, están destinadas a la economía de la ignorancia y de la pobreza.

Pero ¿qué es una economía del conocimiento? Parte del principio de que el desarrollo no se importa, sino que es un proceso endógeno, de incorporación de conocimiento al tejido social, de transformación dentro del espacio nacional, de integración de los actores económicos y sociales, principalmente de las instituciones de educación superior y centros de investigación, que son los productores del conocimiento, mediante una dinámica de transferencia tecnológica y de conocimientos hacia la estructura productiva nacional, fortaleciendo el espacio nacional de forma autónoma y no subordinada a
intereses internacionales, preservando el dominio de los recursos naturales de
alto impacto, como los energéticos, los minerales como el litio, el agua, los
recursos bióticos y los alimentos endémicos que dan perfil a nuestra cultura, fomentando el ahorro e incrementar el patentamiento como resultado de un aumento continuo en la inversión hacia la investigación, el desarrollo tecnológico e innovación (I+D+i).

Lo que hace necesario el incremento de empresas y organizaciones que basen sus actividades productivas fundamentalmente en I+D+i, propiciando la expansión tanto de segmentos industriales dinámicos, como la producción de fármacos y de vacunas, sin dejar de lado a la producción del campo, con semillas mejoradas, aplicando la agricultura regenerativa, desterrando todo vestigio de transgénicos que aplican fertilizantes tóxicos; desencadenando efectos multiplicadores en toda la economía, impulsando su crecimiento y desarrollo endógeno, basado en la producción de conocimiento complejo, como los procesos digitales y de inteligencia artificial, el internet de las cosas (IoT) y el internet del comportamiento (IoB) propiciando un crecimiento en escalamiento del PIB con efectos positivos en el empleo y el bienestar social.