En un contexto de creciente conciencia ambiental y de esfuerzos nacionales por restaurar nuestros ecosistemas más importantes, surge una iniciativa ciudadana que no solo responde a una urgente necesidad, sino que también se anticipa a las acciones gubernamentales: renace el río Tula.
Por Marco Antonio Gaytán
Esta campaña, liderada por Marisol Hernández Rangel y Óscar Olvera Neria, tiene como objetivo primordial la restauración del río Tula, un recurso natural vital que ha sido gravemente afectado por la acción humana a lo largo de los años.
El enfoque de la campaña es claro: restaurar el ecosistema utilizando flora nativa, principalmente el emblemático ahuehuete, una especie que no solo es parte integral de la biodiversidad de la región, sino que también juega un papel crucial en la preservación de los equilibrios ecológicos necesarios para la salud del río.
Las acciones emprendidas hasta ahora son diversas y efectivas. Desde la recolección de semillas hasta las reuniones estratégicas con la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales del Estado de Hidalgo (Semarnath), y la colaboración con investigadores de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Azcapotzalco (UAM-A), el alcance de esta campaña ha sido impresionante.
Las alianzas con grupos ecologistas locales han multiplicado el impacto de esta causa, consolidando un frente común para devolverle al río Tula la vitalidad que ha perdido.
Lo que comenzó como una iniciativa de restauración a nivel local, ahora está alineada con el decreto de restauración de la zona, emitido en septiembre de 2024, el cual refuerza la urgencia de la acción y ofrece un marco legal para la recuperación del ecosistema.
Este decreto refleja no solo la preocupación de las autoridades, sino también el clamor de la ciudadanía, que desde 2017 ha venido movilizándose para exigir un cambio en la manera en que tratamos nuestros recursos naturales. Las movilizaciones, las reuniones de trabajo y las propuestas ciudadanas han sido esenciales para que este proyecto gane fuerza y se convierta en una prioridad nacional.
Las valoraciones previas al proyecto han sido claras: la tala indiscriminada de árboles realizada por la Comisión Nacional del Agua (Conagua) en la ribera del río ha tenido un impacto devastador. La pérdida de vegetación ha alterado gravemente el equilibrio ecológico y ha afectado la calidad del agua.
Asimismo, el bosque de galería, fundamental para la absorción del carbono proveniente de la industria local, ha sido disminuido considerablemente. Sin embargo, restaurarlo no solo contribuiría a mejorar la calidad ambiental, sino también a mitigar el cambio climático y proteger la biodiversidad de la región.
El alineamiento con la propuesta de la presidenta de la República para restaurar los ríos Atoyac, Lerma-Santiago y Tula ha dado aún más fuerza a esta campaña. Al ser parte de un esfuerzo mayor, la restauración del río Tula ha ganado visibilidad a nivel nacional, involucrando a más actores de la sociedad civil, académicos y científicos comprometidos con el bienestar de la región.
Los investigadores de la UAM-Azcapotzalco, quienes se han sumado desde el inicio de la campaña, son ahora piezas clave del equipo responsable del saneamiento del río.
Sin embargo, la restauración del río Tula no es solo una cuestión ambiental, sino también social. La campaña Renace el Río Tula busca involucrar activamente a la comunidad local, ofreciéndole las herramientas y el conocimiento necesarios para ser parte del cambio.
Talleres, actividades de concientización y acciones de voluntariado son solo algunas de las formas en que los ciudadanos pueden contribuir directamente al cuidado del río. Solo con la participación activa de todos podremos lograr un verdadero cambio.
El desafío es grande, pero también lo es la oportunidad. Restaurar el río Tula es una inversión en el futuro de la región y de todo el país. Al hacerlo, no solo estamos recuperando un ecosistema vital, sino también mejorando la calidad de vida de las comunidades cercanas y protegiendo nuestro patrimonio natural para las generaciones venideras.
Este proyecto es un ejemplo claro de cómo la colaboración entre ciudadanos, académicos, autoridades y organizaciones puede generar cambios reales y duraderos.
Con el apoyo de todos, Renace el Río Tula tiene el potencial de ser el modelo de restauración ecológica que tanto necesitamos, un símbolo de esperanza para el futuro de nuestros ríos y nuestros ecosistemas.