Las campañas políticas, además de ser manipuladoras y corruptibles, siempre han jugado el papel de distractor del pueblo mexicano, sobre todo de ese sector que aún considera la posibilidad de que un verdadero cambio en beneficio de las clases más vulnerables puede llegar a través de un personaje “identificado” con sus problemas y pesares; así que, en ese tenor, está atento a qué candidato será el que gane la candidatura y posteriormente la elección constitucional. Y, en los tiempos actuales, con el gobierno de la 4T, el actual presidente siempre ha estado haciendo campaña a favor de su partido Morena y de su candidata a la presidencia de la República, violando todos los tiempos y leyes que regulan las campañas y elecciones, pero, a su vez, también con el avieso propósito de tener distraídos a los mexicanos de sus verdaderos problemas y de los nulos resultados de su administración. El gran distractor del pueblo mexicano en las últimas semanas han sido las famosas “corcholatas” y su “disputa” por la candidatura de Morena, y con esa cortina de humo se impide ver y cuestionar los graves problemas por los que traviesa el país; hoy un solo ejemplo de ellos.
Los datos que publica el reportaje (de Dulce Soto) en la revista Expansión Política “Becas del bienestar, insuficientes para proteger a la juventud de la violencia”, por sí solos, revelan la realidad y no necesitarían mayor explicación, si sabemos leerlos correctamente, sin fobias, ni filias. Nos informa, en primer lugar, que: “Apenas 16% de las niñas, niños, adolescentes y jóvenes en vulnerabilidad, por la ausencia de al menos un padre debido a la violencia, recibe una beca del gobierno federal”. Es decir, ni siquiera dos niños o jóvenes por cada 100, tienen acceso a esta ayuda. Pero, además, el mismo reportaje nos dice que: “El presidente Andrés Manuel López Obrador llegó a su Quinto Informe de Gobierno orgulloso por la cantidad de becas que su administración entrega a niños, niñas, adolescentes y jóvenes. Son “12 millones de becas para estudiantes de familias pobres, desde preescolar hasta posgrado, con una inversión anual histórica de 84 mil millones de pesos”. Pero el mismo documento nos aclara que no se ha demostrado que dichas becas, que abarcan a muy pocos beneficiados, contribuyan a que menos personas abandonen la escuela o ingresen a grupos criminales: “…no existe evidencia robusta que compruebe que las becas han tenido ese impacto en la juventud y, los datos que sí están disponibles, muestran que el abandono escolar no ha disminuido y que los estudiantes más pobres reciben menos becas”. O sea, como lo marca el mismo reportaje, de acuerdo con especialistas en la materia: no basta con otorgar becas para realmente apoyar a la población joven. Lo que urge es una política de Estado que garantice su protección y derechos; “No es una cuestión meramente de dar dinero y que ya les alcance para mantenerse en la escuela”, subraya Rodolfo de la Torre, director de movilidad social del Centro de Estudios Espinosa Yglesias.
Asimismo, nos señala que no existe un estudio riguroso que pruebe que las transferencias estén reduciendo la criminalidad o la incorporación de jóvenes a grupos delictivos: “Los sucesos de los últimos meses en algunas entidades federativas, como Jalisco, y el registro de defunciones del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi) entristecen: la juventud es el blanco principal de grupos criminales: en México 404 niños y niñas de 0 a 14 años fueron asesinados en 2022; también fueron víctimas de homicidio 2,233 adolescentes de 15 a 19 años y 8,924 jóvenes de 20 a 29 años, según cifras del Inegi”. Es decir, sólo en 2022, perdieron la vida 11,561 niños y jóvenes, una verdadera desgracia para nuestro país, que pierde con balas a lo más preciado: sus hijos. El actual sexenio, como sabemos, es ya el más sangriento de la historia moderna de México, pero, además, “…La violencia contra la juventud ha alcanzado tal magnitud que ser joven en México implica tener una probabilidad mayor de morir entre los 15 y 24 años respecto a personas de la misma edad de otros países”.
Ya en colaboración anterior tuve la oportunidad de tratar de explicar las causas de la violencia, entre las cuales remarcaba que, “…en la mayoría de los actos violentos “la ventaja económica es el fin”; la mayoría de los grupos delincuenciales tienen como propósito último la ganancia económica. Pero, como también lo muestra nuestra negra realidad, el crecimiento de la violencia está intrínsecamente unido al proceso de agotamiento del modelo económico y político de dominación y sus correspondientes formas de control social, que hoy se encuentran en crisis”.
Y esas causas, desgraciadamente, no se están combatiendo; estos grandes males no se erradican con tarjetitas que, además, no cubren a la población más necesitada. En su apartado (del reportaje en mención) “Becas, ¿para quién?”, nos señala que, ciertamente el número de becas que entrega el gobierno federal aumentó, pero, sin embargo, cada vez llegan menos a niñas, niños, adolescentes y jóvenes más vulnerables: “En 2022, 23.6% de las y los estudiantes fueron beneficiados con una beca, lo que equivale a un aumento de 3.1 puntos porcentuales respecto a 2018, cuando 20.5% obtuvo este apoyo educativo. Sin embargo, la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (Enigh) revela que entre 2022 y 2018 disminuyó 6.9% el número de estudiantes con una beca ubicados en los deciles I y II de ingresos”.
Necesitamos, pues, un nuevo modelo económico que realmente combata las causas de la violencia y dé prioridad a la educación de nuestros niños y jóvenes, así como al incremento de oportunidades para insertarse en el terreno laboral, deportivo y cultural, pues hoy en México se destina mayor presupuesto a las fuerzas armadas que a la educación: “Actualmente, con 402,276 millones 748,788 pesos, el gasto educativo es uno de los más bajos de los últimos 10 años, en términos reales”. En cambio, en el presupuesto federal 2024 se está proyectando un aumento a las fuerzas armadas (Sedena) del 131.8 por ciento. Usted compare y saque sus conclusiones.