La deforestación en Colombia sigue en aumento

Foto: Agencias

Ante este paisaje en llamas tomará posesión el 7 de agosto el nuevo Gobierno de Gustavo Petro. Susana Muhamad, desde el Ministerio de Medio Ambiente, tendrá la tarea de hacerle frente a este fenómeno, agudizado por el recrudecimiento de la guerra y que necesita de alianzas y voluntad política regional

 

18 de julio de 2022.- Colombia sigue perdiendo sus bosques. Las medidas de prevención no han logrado una tendencia que sigue en aumento. El Ministerio de Ambiente publicó esta semana un boletín que señala que en 2021 se deforestaron 174,103 hectáreas, lo que supone un aumento de las 171,685 perdidas en 2020.

El documento destaca que las principales causas de este fenómeno son la apropiación ilegal de tierras, la ganadería extensiva, la ampliación no planificada de infraestructura vial y por último, los cultivos de uso ilícito.

La Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible (FCDS) también ha publicado el informe “Seguimiento de la pérdida de bosques y cambio de cobertura en el arco de deforestación en la Amazonía colombiana”, que documenta el periodo de abril 2021 a marzo 2022.

En este tiempo, de un área monitoreada de 11,009,025 hectáreas en bosques, se perdieron 113,572 hectáreas.

Tanto la Fundación como el Ministerio de Ambiente coinciden en que dentro de los resguardos indígenas se han deforestado más de 9,000 hectáreas. Lo que trae consigo diferentes riesgos, no solo por la pérdida boscosa, sino para la población indígena, generando en muchos casos desplazamientos forzosos o pérdida de biodiversidad.

San Vicente del Caguán, La Macarena, Cartagena del Chairá y San José del Guaviare son las zonas donde más bosque ha desaparecido e incluso, según el FDCS, la tendencia podría ir en aumento en lo que va del año en estos lugares.

La demora en la publicación del boletín oficial sobre deforestación había suscitado inquietudes en varios expertos medioambientales, que han exigido un compromiso real que combata este fenómeno que no para de crecer.

En él, a pesar del aumento, se destaca que el Gobierno saliente de Iván Duque “cierra su gestión quebrando la curva ascendente de la deforestación”. Rodrigo Botero, desde la dirección del FCDS, refuta ese optimismo.

“Lo que tenemos hoy es un proceso ascendente y permanente de deforestación en la parte alta de la curva”. Incluso señala que el país atravesó uno de sus peores veranos. “Solo en incendios forestales en la región amazónica fue el periodo más complejo en los últimos 10 años. Tenemos una tendencia creciente y preocupante”.

El informe, el último ya del actual Gobierno, que puso el freno a la deforestación como uno de sus objetivos, mencionan iniciativas que han sido muy cuestionadas. Como la Operación Artemisa, donde se han denunciado graves violaciones a los derechos humanos por parte del Ejército. Y la siembra de 180 millones de árboles, en la que aún hacen falta más de 38 millones de árboles para completar la meta y de la cual no se ha medido su impacto real. “Eso no es una medida que esté orientada a detener la deforestación o a compensarla”, dice Botero, que lo considera más una medida complementaria y pedagógica.

Para él las acciones más necesarias para hacerle frente a la deforestación deben ir encaminadas a la adjudicación de las tierras con bosques en pie a las comunidades locales, decretar una frontera agropecuaria vinculante y, de manera transversal, un control riguroso de los recursos de inversión del Gobierno.

Botero enfatiza en que los esfuerzos no deben ir encaminados contra la parte más débil de la cadena, sino en “operativos financieros y de inteligencia judicial que den con las estructuras que tanto en la parte gubernamental, como en mecanismo financieros internacionales, están interviniendo para generar este proceso de acaparamiento, que es la madre fundamental de la deforestación en Colombia”.

Ante este paisaje en llamas tomará posesión el 7 de agosto el nuevo Gobierno de Gustavo Petro. Susana Muhamad, desde el Ministerio de Medio Ambiente, tendrá la tarea de hacerle frente a este fenómeno, agudizado por el recrudecimiento de la guerra y que necesita de alianzas y voluntad política regional.