El furor antivacunas provoca disturbios en las islas francesas de ultramar.
Desde hace una semana este Archipiélago del Caribe, vive entre barricadas e incendios.
El primer ministro francés, Jean Castex fue contagiado por su hija de 11 años, dio positivo este lunes en Covid, lo que provocó la cuarentena de su homólogo belga, Alexander De Croo y de cuatro de sus ministros. Todos se habían visto horas antes en Bruselas durante una reunión sobre seguridad.
Mientras Castex -que sólo presentaba síntomas leves, reorganizaba su agenda para pasar los próximos días en aislamiento, Francia no escapa a la quinta ola de la pandemia.
El número de casos diarios casi se ha duplicado en una semana (18.000 registrados el lunes frente a 10.000 una semana antes) y las principales instituciones médicas hacen un llamamiento a generalizar la tercera dosis de recuerdo para toda la población adulta.
El gobierno, por ahora, no ha anunciado nuevas restricciones y parece estar especialmente preocupado por la situación «explosiva» en Guadalupe, en palabras del presidente Emmanuel Macron.
Y es que, desde hace una semana, este archipiélago del Caribe, uno de los territorios franceses de ultramar, vive entre barricadas e incendios. La vacuna obligatoria del personal sanitario ha provocado un estallido social y hasta Macron ha tenido que llamar a la «calma».
De nada parece haber servido el toque de queda nocturno decretado o incluso el envío, desde Francia metropolitana, de 200 policías y hasta 50 miembros de las unidades de élite.
Continúan los saqueos a los comercios, los incendios, y las detenciones (más de 90). El ministro de ultramar, Sébastien Lecornu lamentó que, en las últimas horas se registraran «disparos contra policías, sobre todo en Pointe-à Pitre», la ciudad más poblada.
Mientras, la agencia de salud de Guadalupe (ARS) alerta de que aumentan las agresiones físicas contra los profesionales de la salud. Entre ellas, robo de automóviles, médicos amenazados a punta de pistola y barricadas que bloqueaban el acceso a los hospitales.
Sólo el 46% de la población de Guadalupe está vacunado (con al menos una dosis), un porcentaje muy por debajo de la tasa registrada en Francia metropolitana, superior al 75%.
«No estamos lidiando con un tema de salud, se trata de pandillas, de matones, personas que lamentablemente son ya conocidas por la policía o la justicia y que están usando esta crisis para actuar con violencia. Por una vez, la respuesta del gobierno va a ser firme», advirtió ayer, Sébastien Lecornu, antes de recordar que la «medida obligatoria de médicos y bomberos se aplicará» ya que sería «escandaloso no aplicar la ley».