O desde los cimientos
Un mar de neuróticos, sociópatas, violadores y feminicidas transitan por las calles libremente, en Guatemala se puede violar y asesinar a niños, niñas, adolescentes y mujeres sin que se juzgue al o a los culpables, porque la violencia es la norma: violar, desaparecer y asesinar es el pan de cada día. A plena luz del día con mundos de gente viendo, que los violadores y asesinos saben que no van a interferir, porque en el país de la cobardía rige la norma: “es que en algo andaban metidos”, “sino es conmigo no me meto”. Y así es como preferimos juzgar antes que actuar ante estos grandes niveles de violencia que no pueden crecer más, porque el país no es más grande. Turbas de estafadores hacen cola todos los días en el tráfico, en sus carros de modelo reciente, con su pelo engomado y planchado, con sus corbatas y sus zapatos de tacón, con sus caritas lavaditas, bien rasurados y maquilladas. Nadie pensaría que esas licenciadas lavan dinero o que esos ingenieros clonan tarjetas de crédito, o que esos abogados desfalcan a cuentahabientes de los ahorros de sus familiares migrantes indocumentados en Estados Unidos.
El nivel de corrupción que pulula en el gobierno solo es la muestra de lo que somos como sociedad. Si el gobierno quema avionetas y aviones que llegaron a dejar droga al país, para eliminar toda evidencia, “yo también como ciudadano puedo quemar lo que quiera que no me pasará nada”, piensa el delincuente, el asesino, el violador, el que desaparece gente. Sabe que la impunidad es el ADN del país. Si desde el gobierno transitan automóviles oficiales sin placas, como en tiempos de la dictadura de Ríos Montt, ¿por qué un ciudadano común tiene que ponerle placas a su vehículo? También se las quita o las tapa, no paga el impuesto sobre la matrícula y sabe que puede delinquir que nadie irá a investigarlo.
Nos debería llamar la atención por qué unos adolescentes andan en moto robando y matando a plena luz del día, si es gente que ha sido violentada desde su nacimiento, si sus padres y abuelos fueron violentados institucionalmente: quitándoles fuentes de trabajo, derecho a la educación, a la salud, metiendo escuadrones de policía para realizar asesinatos y desapariciones en lo que llaman limpieza social. Si esa policía les asesinó hermanos, primos, papás, abuelos, por sus apariencias físicas o para disminuir a la población del arrabal como hacen con los motines en las cárceles con regularidad. Si les quitaron todos los derechos, si los hicieron sentir basura, los convirtieron en el brazo armado que realiza el trabajo sucio de las clicas criminales que gobiernan, no sólo ahora, desde siempre, porque el presidente de turno sólo es el monigote de ahora, el de mañana será otro. Si a ese adolescente le robaron los sueños, le mataron a sus afectos, lo dejaron sin lugar dónde apoyarse emocionalmente, afectivamente, ¿qué esperan que hagan? Van a dar lo que recibieron: violencia. Y son doblemente víctimas de un Estado represor. Porque un adolescente común, empobrecido no puede conseguir un arma de fuego, mucho menos de grueso calibre, tampoco un vehículo, se los dan para que ejecuten el trabajo de intimidar a la población día a día, porque un pueblo arrodillado y con miedo es un pueblo inservible, que no piensa, incapaz de actuar y exigir sus derechos. Se convierte en la masa cobarde a la que desde el gobierno le sacan hasta la coronas de las muelas para traficarlas.
En Guatemala se buscan los contactos no el estudio, la gente sabe que con contactos poderosos y que se manejen en la clandestinidad pueden acceder a puestos donde pueden hacer y deshacer, porque los cubre el manto de la impunidad. Eso de esforzarse y estudiar y lograr las cosas a pulso quedó para la generación que dio la vida en los tiempos de la dictadura, todo lo que ha venido después ha sido el bagazo. Nosotros somos el bagazo, los que se violentan unos a otros, los que juzgan y señalan en lugar de ayudar, los que empujan a otros hacia el principio, los que si pudieran acceder a un puesto de poder en el gobierno también anduviéramos de fanfarrones en carros blindados, con guardaespaldas con dos metrallas cada uno, pagaríamos con tarjetas de crédito del Estado y ordenaríamos comida para toda la familia con dinero del gobierno. Y los hombres tendrían acceso a casas de citas VIP y como los más grandes cobardes también se tomarían fotos y videos para dejar prueba de lo machos que son. Claro que sí. Las mujeres se gastarían el dinero en uñas, zapatos y ropa de marca, en maquillajes y lociones caras, en cirugías, para publicar las fotos como lo hacen las diputadas y empleadas públicas en cargos altos, sí, así lo haríamos porque somos guatemaltecos, es nuestro gen la estafa, el saqueo, el abuso, lo engreído, la doble cara y la tibieza.
Lo que vemos en el gobierno es sólo el reflejo de lo que somos como sociedad, ningún político llegó de otro planeta, lo que vemos en el Estado salió de las meras entrañas de un país podrido: de una sociedad mestiza tibia, racista, clasista, misógina, homofóbica, machista y patriarcal. De una sociedad mediocre, narcisista, psicópata, ególatra, sociópata y feminicida. El abanico de los trastornos mentales nos queda corto, todos al menos tenemos uno o dos.
¿Podrá esta sociedad corrompida, limpiar el gorgojo del frijol y guardar semilla nueva para la próxima siembra?