No sólo fue Luis Donaldo Colosio, fue también, José Francisco Ruiz Massieu, el diputado Manuel Muñoz Rocha, el cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, el exprocurador Mario Ruiz Massieu. 

Todos esos crímenes se dieron en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari. Es menester resaltar que los hermanos Ruiz Massieu eran familiares del expresidente, a quien se le achaca el asesinato de una sirvienta cuando era niño y de su caballo ya más joven.  

También es importante resaltar la cercanía que tenía su papá, Raúl Salinas, con el líder del cártel del golfo, Juan García Abrego, derivándose en una protección hacia ese grupo.

Se le reconoce una gran cercanía con los poderosos grupos del estado de Nuevo León y el periódico el Norte. De hecho, él fue el impulsor de la fundación del periódico Reforma en la Ciudad de México.

Se dice incluso que por instrucciones de Manuel Camacho le consiguió el terreno donde se ubica actualmente el edificio. 

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Si revisamos el discurso que pronunció Luis Donaldo Colosio como candidato del PRI a la presidencia, él ya hablaba de la enorme polarización que había en el país señalada también por Javier García Paniagua, siendo presidente del mismo partido.  

“Veo un país con hambre”, fue su frase lapidaria. Y García Paniagua ya advertía que había que separar las actividades políticas de los negocios. Y de la inconformidad y crispación política en el pueblo que podía detonar en una asonada. 

Ahora la oposición habla de una polarización en el país generada desde Palacio Nacional con las mañaneras. Qué no se dan cuenta que esa polarización se generó desde hace 30 años. Que dio como resultado más de 40 millones de migrantes y otros 35 millones de personas en extrema pobreza. ¿Eso era paz y progreso?

Y los asesinatos masivos ya existían, sólo que no había redes sociales y los medios de comunicación los ocultaban, no les daban importancia, no los investigaban.

Ahora hay muchas muertes, cierto, producto del crecimiento de los cárteles propiciado en los dos sexenios anteriores, sobre todo en los operativos para dejar pasar armas. Muchas de ellas poderosas de última generación que fueron a parar a manos asesinas. 

Dejaron agrupaciones criminales muy grandes, muy bien organizadas y bien armadas. Por ello se ha hecho muy difícil combatirlas, aunado a que sus familiares y vecinos los encubren, los protegen. Los impartidores de justicia los dejan en libertad, les ayudan a subsistir, aunque lastimen a la sociedad.