Disfruten de una nueva entrega de Visión de Juego por Gerardo Blanco
28 de noviembre de 2022.- La primera ronda de partidos del Mundial de Qatar ofreció un retrato muy fiel de lo que pueden ofrecer cada uno de los equipos en esta cita en el desierto. De los cabezas de grupo que llegaron con la chapa de favoritos a levantar la copa el 18 de diciembre en el estadio Luisail, solo cumplieron con el papel asignado la actual campeona mundial Francia, la pentacampeona Brasil y la España de los imberbes chavales.
Pese a la epidemia de lesiones que mermaron a la selección francesa, incluyendo la baja a última hora del Balón de Oro y principal artillero de la plantilla, Karim Benzema, el equipo azul no vio afectado el rendimiento colectivo ni la contundencia para resolver los partidos. En su victoria 4-1 sobre Australia, la selección de Didier Deschamps sufrió un contraataque fulminante de Goodwin que abrió el marcador, pero en nada afectó anímicamente a los galos.
Rápidamente se recompusieron y marcaron con hierro las nuevas condiciones del partido. Desplegaron su movilidad y fueron profundos cayendo por las bandas con los desbordes de Dembelé, Theo Hernández y Mbappé que derivaron en los cuatro goles, dos de ellos de Oliver Giroud, quien volvió a ser el centro delantero titular, como en Rusia 2018. Pero a diferencia de hace cuatro años, cuando los azules fueron campeones sin que Giroud anotara un solo gol, esta vez el número 9 será esencial para aprovechar los pases en el área de sus compañeros.
Mbappé es por ahora la gran figura del Mundial, por encima de Messi, Cristiano y Neymar. Su potencia para picar, conducir en velocidad y dejar regado a los rivales, recuerda esa superioridad que mostraba Ronaldo Nazario con Brasil en Corea y Japón 2002. El delantero del PSG tiene una marcha más que todos los defensas que salen a enfrentarlo en el uno contra uno, como lo demostró en el primer choque ante Australia y lo ratificó el sábado con otra soberbia actuación en la que demolió con par de goles para quebrar la resistencia de Dinamarca y sellar la clasificación de los galos a segunda ronda.
La lesión en el tobillo derecho que sufrió Neymar en el choque ante Serbia coloca una interrogante sobre el futuro de la verde amarilla en el torneo, tras una presentación formidable en su grupo. La movilidad y capacidad técnica del equipo de Tite demolió el planteamiento defensivo de los centroeuropeos. Neymar fue el eje del equipo, conduciendo el balón, generando sociedades con Vinícius, Paquetá y Rafinha para que Richarlison se encargara de liquidar el partido con una chilena de antología.
El tiquitaca con el que España se coronó por primera vez en su historia en Sudáfrica 2010 sigue vigente en los botines de una pandilla de chavales que comandan Pedri y Gavi, una versión rejuvenecida y no menos talentosa de aquella pareja de geniales volantes que integraron Iniesta y Xavi Hernández. La selección de Luis Enrique ofreció el espectáculo más alucinante de la primera ronda de choques con su 7-0 sobre Costa Rica. Jugando a un toque con Sergio Busquets dirigiendo la orquesta; Pedri y Gavi marcando los cambios de ritmo; Dani Olmo, Asencio, Ferrán Torres y Morata intercambiando posiciones, entrando y saliendo del área; y un rejuvenecido Jordi Alba cayendo como un puñal por la izquierda; España llevó su fútbol de posesión y búsqueda del hombre libre a un grado superlativo que se reflejó en un control de 82% de la pelota.
El equipo local no justificó ni un céntimo de la millonaria inversión
Pobre Qatar, tantos millones invertidos para que su selección participara por primera vez en una Copa del Mundo y el resultado no pudo ser más decepcionante desde el punto meramente deportivo. Aunque el equipo local tuvo una preparación de primer nivel, compitiendo en la Copa América y la Copa de Oro para foguearse, su desempeño en el Grupo A fue precario.
El equipo local pasó a la historia como el primer organizador de un torneo que queda eliminada en la fase de grupos, tras perder sus dos partidos contra Ecuador (2-0) y Senegal (3-1). Lo peor no fueron los previsibles reveses, sino la escasa determinación del equipo para luchar con cuchillo entre los dientes cada pelota dividida y dejar el alma en el terreno. Blandita, sin sangre en las venas, careció de carácter y ambición para luchar por los puntos con una defensa más firme y un ataque más organizado. Los dueños de casa no justificaron ni un centavo de la millonaria inversión de los jeques.