Falfurrias, levantones, muerte o desaparición de migrantes

Por Luis Carlos Rodríguez


Movimiento Migrante Mesoamericano-The Exodo

Falfurrias, Texas.- Falfurrias es el infierno para los migrantes, es la segunda frontera y es el cementerio de cientos o miles de mexicanos y centroamericanos que creían haber llegado al “sueño americano”.

Falfurrias es una ciudad fronteriza ubicada 70 millas al norte del río Grande en Texas y a la misma distancia de la frontera con México. Aquí también hay un punto de inspección de la Patrulla Fronteriza.

Llamada por los locales y migrantes como la “segunda frontera”, dicho título encuentra sentido por hacer referencia al punto estratégico de unión entre McAllen con el resto del país, razón que le vuelve indispensable para los inmigrantes que buscan acercarse a las ciudades donde les esperan sus familiares.

Para describir Falfurrias desde el punto de vista de quienes se atreven pasar por los puntos ciegos, basta imaginarse un desierto rodeado de arena, matorrales y el sol sofocante que acaba con los sueños y esperanzas de los caminantes.

Esta zona particular se ha convertido en los últimos años en un olvidado corredor de la muerte que atrapa a migrantes que ya pasaron por toda clase de obstáculos en México y posiblemente terminar víctimas de los traficantes de drogas, los coyotes o de las trampas del desierto falleciendo a causa de la insolación, la deshidratación y la hipotermia. 

Cálculos aproximados ilustran que la Patrulla Fronteriza ha encontrado los restos de 7,805 migrantes desde finales de los 90’s, la mayoría de ellos por exposición, deshidratación o ahogamiento.

Estimaciones sobre las muertes en el sur de Texas aseguran que la cantidad real es mucho mayor en esa región debido a que las cifras oficiales tienden a no tomar en cuenta las denuncias de las familias de las y los desaparecidos.

Alrededor de 1.750 personas fallecieron en la región fronteriza, de estos 550 cuerpos de inmigrantes desconocidos fueron encontrados en el lapso de 2013 a 2020 intentando evitar a las autoridades migratorias, de esta cifra, la mitad han sido documentadas en Texas, superando a Arizona, cuyo terreno abrasador alguna vez fue la principal trampa mortal.

Sólo en el año 2019, la Organización Internacional de las Migraciones reportó el dato de 405 migrantes encontrados en zonas fronterizas del lado estadounidense y otras 91 muertes adicionales en territorio mexicano cercano al Río Grande.

Es precisamente en esta zona donde el Centro de Derechos Humanos del Sur de Texas (South Texas Human Rights Center) se dedica a promover la defensa de los derechos humanos básicos de las y los migrantes que cruzan periódicamente la frontera.

Parte de su ayuda humanitaria se basa en la construcción de estaciones de agua en la zona desértica del condado de Brooks y los condados circundantes para evitar la muerte de quienes caminan por la zona, además de organizar campañas de búsqueda de información, denuncias de familiares que buscan sus seres queridos desaparecidos en tránsito y la identificación de los restos encontrados a lo largo del desierto.

Una de sus iniciativas ha sido difundir la campaña “Yo Tengo Nombre”, un enlace online el cual busca dar con el paradero de las y los familiares de cuerpos o restos encontrados en el desierto.

Es a través de la publicación de los objetos encontrados con los cuerpos, como ropa, zapatos, cinturones, entre otros, que se ha logrado la identificación del 50% de los cuerpos o los restos de los inmigrantes que fueron enterrados o depositados en fosas comunes a lo largo de la frontera con México.

Eddie Canales, fundador del Centro de Derechos Humanos en el año 2013, inició organizando iniciativas comunitarias para prevenir la muerte de migrantes en el país y los ranchos de Texas.

Entró a la lucha social en Corpus Christi donde empezó a promover la defensa de los derechos humanos cuando escuchó las constantes historias de cuerpos abandonados en tumbas en el Condado de Brooks. Desde entonces se han recuperado 802 restos y cuerpos de migrantes.

 En los dos últimos años encontraron 62 cuerpos en lugares simbólicos como el cementerio de la Grulla, sitio representativo donde muchos inmigrantes terminaron su viaje, en las mencionadas tumbas clandestinas, las cuales son poco profundas y sin marcas o señas que den pistas para identificarles.

Es en este contexto que la preocupación se cierne como una sombra amenazadora, debido a que la presente pandemia del Covid-19 ha causado estragos en las economías de México y América Central, al tiempo que las remesas enviadas desde los Estados Unidos han decaído por la falta de trabajo.

La crisis económica apunta a crecer en los países más vulnerables de Centroamérica, volviéndose en un fuerte incentivo en un futuro cercano para un nuevo aumento en la cantidad de migrantes que viajarán por rutas más peligrosas como en este caso es Falfurrias.

El desconocimiento de las rutas y sobre todo la esperanza en el llamado “sueño americano”, hace que se repita el constante circulo de nuevas víctimas que terminarán atrapadas en un aparato de seguridad que canaliza a los inmigrantes indocumentados hacia las zonas más traicioneras de la frontera.

En los últimos tres años los métodos de represión de los Estados han aumentado con intensidad, construyendo más barreras y cerrando puertas a los solicitantes de asilo.

La lucha de las y los defensores ha permitido evidenciar los constantes prismas y caras del fenómeno de la migración, tanto desde su génesis en Centroamérica, en los constantes y difíciles puntos de paso alrededor de todo México hasta llegar a las zonas fronterizas en Estados Unidos.