Primero quiero mencionar que la “Eutanasia” es el acto de provocar la muerte de una persona debido a una enfermedad terminal o estado vegetativo para evitar que este ser humano siga sufriendo.
Actualmente, Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Países Bajos, Canadá, Colombia, España y Nueva Zelanda han legalizado la eutanasia y aunque el Informe Oficial de Remmelink originado en Holanda comenta algunos datos duros con respecto a esta hecho recriminándolo como “una acción involuntaria” es decir, sin una petición expresa del paciente, hay que decir que su legalización en realidad no aumenta el número de decesos.
Ahora que España legalizó la eutanasia es importante recalcar que se debe respetar la decisión del paciente que padece de alguna enfermedad incurable o grave bajo una petición estricta y de forma escrita en donde manifieste su deseo de terminar con su vida y volverlo a expresar quince días después, de esta manera el médico valorará si su petición es aprobada después de ser evaluada por una Comisión de Evaluación.
Recuerdo una película que vi hace tiempo “Me Before You” y “Mar Adentro” en donde se defiende el derecho a morir dignamente y en donde varias organizaciones españolas luchan por esta causa.
Y aunque he leído y escuchado varias críticas al respecto me pongo a pensar y trato de ser empática con el dolor ajeno y no verlo como “un suicidio” sino como la manera de permitir al paciente y respetar su libre decisión de poner término a su sufrimiento que a veces es innecesario y denigra la vida de esa persona y el cual no le permite llevar una vida digna, plena, sino que vive con dolor y agonía, situación que atentaría contra sus derechos humanos.
Me enfoco en España porque es el país que actualmente legalizó la “eutanasia” y en datos de la OCU, se reconoce que ha existido la eutanasia clandestina, en donde 1 de cada 10 médicos aceptan que ayudaron a morir a sus pacientes porque se encontraban en situaciones deplorables de salud.
Por supuesto que no estoy a favor del suicidio, pero cuando se trata de una persona que sufre una enfermedad terminal y que causa grave daños en su integridad y moral, y que ella así lo decida, debemos respetar plenamente sus decisiones en cuanto a lo él o ella crean mejor para su bienestar.
Conocí a una persona con un cáncer terminal que me decía que solo quería que le inyectaran morfina porque no podía aguantar más el dolor, y recuerdo que alguna vez me comentó “si pudiera elegir morir, lo haría, porque el dolor es insoportable”, y pensaba, sufrimos nosotros que somos amistades o familia, pero sufren más ellos que contienen un dolor físico y emocional.
*Interesante leer el caso de Ramón Sampedro un marinero y escritor que lucho a favor de la eutanasia después de quedar tetrapléjico y en sus últimas palabras expresó “la vida es un derecho, no una obligación”.