El Regreso del Capitán Planeta: CAPITULO 2. Sin corazón, no hay nada.

“Avisa a los demás, salva al anillo”, fueron las últimas palabras del agonizante Ma-Ti, a su inseparable amigo Suchi, ése día 02 de junio de 1992, mientras en la cumbre de la Tierra, celebrada en Rio de Janeiro, una niña daba un mensaje a los líderes del mundo.

Entre el equipo de apoyo (staff, como hoy en día se les dice), se encontraban, de incognito, cuatro de los cinco planetarios. Cuando la bala hirió a Ma-Ti, un extraño escalofrío, recorrió en forma simultánea sus cuerpos; no supieron lo que significaba, solo supieron que no era algo bueno. Se reunieron después de terminada la conferencia, para intentar descifrar lo que había pasado. 

– ¡Vaya discurso, ¿no?! -Comenzó a hablar Wheeler -Seguro se han impactado todos. Definitivamente, fue muy acertado elegir a una niña de 13 años, para hablar a nombre de las futuras generaciones. 

-Definitivamente, aunque Ma-Ti, lo hubiera podido hacer también muy bien- agregó Linka. 

– Si no hubiera elegido casarse justamente el día de hoy- digo sarcásticamente Yi. 

– ¿Quién se casa a los 20 años, por Dios? – Continuó la burla Wheeler.

-Alguien que no ve el matrimonio como una prisión, sino como una unión, una poderosa alianza cósmica y sagrada- Intervino Kwame- alguien como Ma-Ti.

– Tu siempre hablando de cosas místicas y sagradas, ¿así hablan todos en tu aldea o solo tú? – Siguió burlándose Wheeler.

– Ustedes crecieron en ciudades, desconocen el poder de los ancestros y se niegan a aceptar lo que la ciencia no puede explicar, ¿olvidan que tenemos anillos mágicos que nos dio una antigua Diosa? – Respondió Kwuame-  A Ma-Ti y a mí, nos enseñaron otras cosas en nuestras aldeas. Y a propósito de cosas inexplicables, ¿sintieron ése escalofrío mientras estábamos en la asamblea? 

– Yo creí que era solo mi temor a ser descubierta- Se apresuró a decir Linka.

– No, yo también lo sentí y no creo que haya sido miedo. – Terció Yi. 

-Es extraño- dijo sorprendido Wheeler- Yo también lo sentí…- de nueva cuenta una extraña sensación le recorrió el cuerpo, seguida de un terrible zumbido de oídos que, al parecer, aquejaba a los demás en forma simultánea. Después, un destello y una mujer, a quien reconoció como Gaia, le dijo “vayan con Ma-Ti”. Duró solo unos segundos, pero fue suficiente para que todos se pusieran en marcha. 

-Algo malo le pasó a Ma-Ti- concluyó Yi- todos lo sintieron, ¿no? ¡Todos vimos a Gaia!

– ¡Y yo que creí que quería que le lleváramos algún regalo de bodas! – De nueva cuenta Wheeler con sus bobadas, intentando suavizar la tensión del ambiente. 

Se retiraron de prisa, sin siquiera despedirse se Severn, apenas llegaron a su hotel, tomaron su escaso equipaje y tomaron el transporte público hacia las afueras de Río, para, posteriormente, adentrarse en la selva en búsqueda de la aldea de Ma-Ti. A diferencia de los mercenarios, ellos conocían perfectamente el camino hacia la aldea, incluso conocían un par de atajos, por lo que sólo les tomó dos días llegar al encuentro de su amigo. 

No podían soportar el lúgubre ambiente que los recibía, todo lo contrario al entorno festivo que esperaban. Ya que en lugar de una boda, al llegar la aldea, encontraron un total de quince montones de tierra y piedras que servían de sepulcro a sendos cadáveres: los cuatro mercenarios y un total de once aldeanos, entre ellos Ma-Ti. La joven viuda, quien a lo mucho tendría 18 años, buena edad para casarse, según la tradición de la aldea, continuaba llorando desconsolada junto al montón de piedras que cubrían el cuerpo de su recién adquirido y perdido marido. 

Los planetarios, bien conocidos por los aldeanos, fueron puestos al tanto de la tragedia, lo cual les conmovió sobre manera, a tal grado que habían olvidado algo:

– ¿Y qué pasó con el anillo? – preguntó de repente Linka, quien fue la primera en sobreponerse a la impresión, puesto que su carácter se había endurecido mucho desde la muerte de su padre. Además, en una sociedad tan áspera como la soviética, poco espacio hay para las lágrimas.

– No lo sabemos, cuando recogimos el cuerpo, el anillo ya no estaba, revisamos los cadáveres de los asesinos, no estaba entre ellos. Le preguntamos a Nan-Ki, su esposa, si se lo había entregado o quitado, aunque sea un pequeño instante durante la ceremonia y dijo que no. El anillo era muy preciado para él, jamás se lo quitaba, estaba muy consciente de su importancia- Así lo dijo Ku-Ra, uno de los guerreros más valientes de la tribu, quien se frotaba el brazo derecho adolorido, pues había sido herido durante el tiroteo- Pobrecilla, no ha parado de llorar en éstos días.  

– Pero sin el anillo, no podremos invocar al Capitán Planeta- Dijo sumamente decepcionada Yi-  es lo que nos ha dicho Gaia, en ocasiones hemos combinado poderes tres o cuatro de nosotros, sin lograrlo, debemos estar los cinco. 

-Eso lo sabemos y es terrible, Ma-Ti, nos lo contó. ¿No hay forma de que Gaia haga aparecer otro anillo? ¿no puede simplemente reponerlo y ya? – Preguntó compungido Ku-Ra.

-No es así de fácil- explicó Kwuame- el anillo del corazón, toma su poder del que lo posee, si lo porta alguien que no tiene la voluntad de salvar al planeta, es simplemente una baratija, una joya sin valor. Por eso Gaia eligió a Ma-Ti, entre millones de humanos, por su gran corazón. 

– Sin él, no somos nada, estamos perdidos- fue el último comentario de Wheeler, quien, por primera vez, no intentó hacerse el gracioso. 

– Tal vez Suchi lo tomó-dijo entre lágrimas Nan-Ki, quien se había incorporado de su sitio y se acercaba al grupo que analizaba la situación. – Si en alguien confiaba Ma-Ti, era en ése mono; debo admitir que a veces me sentía celosa, que tonta fui. ¿Dónde estará ése mono ahora? Como quisiera que él estuviera aquí.

Cuanta falta hacía en ése momento, un poco de esperanza, pero no llegó. Y junto con la esperanza, se perdió el anillo, el mono, Capitán Planeta y el equipo.

CONTINUARÁ…

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