- Miércoles 17 de noviembre, una semana había pasado desde que recibieron ése primer mensaje telepático. SE suponía que iban a salir el día previo, pero, el jet privado de Wheeler tuvo un contratiempo debido a una inusual ráfaga polar que atacaba Miami, así que decidieron posponer el viaje, después de todo, necesitaban un descanso.
Linka había llegado a Sao Paolo por la tarde del jueves 11, tiempo local, luego de haber realizado un vuelo transatlántico nocturno, así que ya se había recuperado del Jet Lag. YI, llegó en la mañana del domingo 14, fecha en la que ocurrió la noche de confesiones, así que prácticamente no había dormido en dos días, por eso se despertó bastante tarde el lunes 15. Así que para ella fue un gran alivio no tener que viajar el martes 16 y aprovechó para dormir casi todo el día y recuperarse de los efectos del Jet Lag. Lo cual no afectaba a los demás.
Siendo las 09:00 hrs, después de desayunar. Airton, el chofer del Señor Anderson, los recogió en la entrada de la mansión para llevarlos a una pista de aterrizaje privada cercana donde una hora antes había aterrizado el jet privado.
Los padres de Steve y “ Nancy”, lloraban por la partida del muchacho.
– Adelante hijo, ve a cumplir con tu deber, salva al mundo- Decía el señor Anderson.
– Cuídate mucho hijito- decía la señora Anderson- cuídenlo mucho señoras, como si fuera su propio hijo, ya se que ustedes no tuvieron, pero supongo que pueden entenderme.
– Seguro que lo haremos señora Anderson- respondió inmediatamente Yi. Linka, como siempre, se mantenía distante, fría, con la mirada recia fija a la escena.
– Nancy, ¿tu no vienes?. Después de todo era el anillo de tu novio, digo, esposo. De seguro él querría que fueras una planetaria también.
– No puedo, tengo mucho que hacer aquí en la mansión- respondió ella.
– Pero no tenemos más hijos- comentó la señora Anderson- deberías ir, después de todos éstos años, tú has sido mejor madre para Steve que yo- el llanto se tornó profuso, alimentado por un gran sentimiento de culpa – Señor Robinson, podría usted…
– Ok, no tengo problemas, ¿tú que dices Nancy?
– ¡Anda ven, Nancy!, nos llevaremos a Mané. Ma- Ti estaría de acuerdo- propuso el niño.
– Si, los señores Anderson están de acuerdo… Realmente yo no tengo a nadie aquí en Río, mis padres murieron hace tiempo, no tengo hijos, nadie me espera en la aldea y hace tantos años que vivo en la ciudad, que no me adaptaría a cocinar con leña otra vez. Además, quisiera conocer el mundo y subirme a un avión algún día- realmente le entusiasmaba la idea y viajar con su adorado hijo adoptivo, le encantaba.
– No se hable más – Intervino el señor Anderson- seguirás siendo la nana de Steve, con viáticos pagados, te depositaremos tu sueldo en la cuenta de Steve, encárgate de que nada les falte.
– No será necesario señor Anderson, los gastos corren por mi cuenta- finalizó Wheeler.
– Pues ya está Nancy, ve por tus cosas, haz tus maletas. Y tú también Mané.- lo dijo primero en portugués y después en idioma perro.
Aunque supondrían que sería un gran retraso, la verdad es que Mané no tenía nada que empacar, simplemente se quedó ahí, parado, en espera de “Nancy”. Quien si fue a su cuarto y empacó la misma maleta pequeña con la que había llegado a la mansión cuando fue contratada, prácticamente no la había usado, puesto que viajaba muy poco.
– Estoy lista-
– Vámonos Airton, el Jet nos espera- ordenó Wheeler.
– ¿ Y como va el video Steve?- preguntó al fin Linka, mientras subían a la camioneta.
– Bien, lleva 191,000 vistas y 8,500 likes en tan solo dos días. ¿Alguien ya le escribió a su correo, señor Wheeler?
– A ver, deja reviso mi celular- “ señor Wheeler”, que raro sonaban ambas palabras juntas, una le recordaba al joven visionario que alguna vez intentó acabar con la contaminación, mientras que la otra le remarcaba que habían pasado muchos años y ahora era alguien importante- No, aún no, tengo correos del trabajo, impuestos, facturas del celular, etc…
– ¿Ningún amigo le escribe, Sr. Robinson?- de nuevo la incómoda inocencia del niño se hizo notar.
– No, a decir verdad, no amigos, sólo socios y compañeros de trabajo.
– Que triste- dijo sarcástica Linka, aunque muy en el fondo, sabía que su situación sería casi la misma de no ser por Yi.
Así que una vez más, comenzaron las despedidas, el llanto materno y finalmente, el vehículo partió, llevando consigo al nuevo equipo de plantarios, o al menos eso parecía. El más feliz de todos era Mané, pues no conocía a ningún perro que hubiese dejado el vecindario, se imaginaba volando por los aires como las aves, definitivamente tendía muchas que contar a su regreso.
Por la tarde de ése mismo día llegaron a Miami, cenaron en la mansión Robinson y se instalaron en sus respectivas habitaciones. Básicamente todos estarían en habitaciones del primer piso, las de Nancy y Steve estarían contiguas, ésta última tenía comunicación con el patio trasero, a través de una gran puerta corrediza, ya que Mané debía dormir afuera, Wheeler no toleraba el desorden y dado que viajaba demasiado, no estaba acostumbrado a las mascotas.
“Tantos likes y nada de Kwuame” pensó Steve antes de dormir.
Continuará…
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