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Por Leonardo Valadez C.

Se conjugan dos hechos de trascendencia histórica; dos hechos que son el orgullo de los mexicanos: su Constitución General de la República, con todo el boato a su celebración en el Teatro de la República, tanto por el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, como de los poderes Legislativos con la presidenta de la Mesa Directiva del Senado, Olga Sánchez Cordero y Judicial en la persona de Arturo Saldívar Lelo de Larrea.

Si, una Gran Celebración, pero, para la clase trabajadora, para cientos de miles de asalariados; ¡Nada que celebrar!

Desde siempre hemos escuchado aquello de que la Constitución General de la República, la Carta Magna de todos los mexicanos, es el orgullo clase internacional; y lo es porque su Artículo 123 Constitucional, cuida y protege a los empleados, a los obreros, a los trabajadores… O por lo menos así lo dejó escrito el constituyente de 1917.

Sin embargo, hay dos hechos que ponen en el tapete de las discusiones aquello de que la Constitución, el Artículo 123; la Ley Federal del con sus apartados “A” y “B” son tutelares de la causa por la dignificación del trabajo, por la cuestión social, como lo son el artículo Tercero, en cuanto a la Educación se Refiere, o el 27 de la Constitución que nos hace ricos a todos los mexicanos, por aquello de nuestros recursos naturales… del petróleo y ahora mencionan el litio.

La importancia del trabajo comenzó a deteriorarse hace ya más de cuatro años y se agudiza su precaria situación, ante una Pandemia que ha cerrado negocios, empresas, restaurantes, almacenes, vamos, changarros y todo aquello que daba cobijo a la clase trabajadora, y a sus respectivos patrones: El mercado ya no es de los trabajadores, los trabajadores son “el rival más débil”., el hilo más delgado que, como ciertos artículos para dama, son, simplemente, desechables.

NO, no es necesariamente en México en donde el trabajador ha caía ante un avasallador deterioro en sus contrataciones, en sus relaciones obrero – patronales, en la percepción de salarios que son pulverizados ante el galopante crecimiento de los precios en alimentos, en productos de primera necesidad, de satisfactores en general, con una inflación que, en México, ni el Banco Central ha podido controlar.

La Pandemia arrojó, tan sólo en el año 2020, jornadas laborales de siete días continuos, sin respeto a los días de descanso tradicionales, sábado o domingo; vamos, ni siquiera respetando los días feriados, como podría ser en Médico el Cinco de Febrero, “Dia de la Constitución”; se sabe de empleados que sólo tuvieron cuatro días de descanso a lo largo de todo el año 2020…

Este lunes Siete de Febrero, cuyo mandato de Ley dice que debe ser día de descanso obligatorio es, incluso, desconocido para los patrones, para los dueños de las empresas o funcionarios que siguen dando órdenes con el pretexto de la Pandemia y el trabajo desde el hogar.

Para no pocos empleados, la Pandemia ha sido su peor pesadilla, no porque haya enfermos en casa, o porque la muerte llegó, así, sin avisar; no, la Pandemia dio pie a que el empleador, el patrón, el Jefe, o Jefa, por aquello de la equidad de género, simplemente siguen dando órdenes sea cual sea el día de la semana; sea cual sea el horario antes oficinesco: El clásico de nueve a tres y de cinco a siete…

El Honorable Congreso de los Ingleses se percató de este hecho; no, no de México, en donde nuestra Cámara de Diputados, en donde nuestra Cámara de Senadores, sigue siendo un ejemplo en la aprobación de leyes que si benefician al trabajador…. Como la que elimina o regula el Outsourcing, por ejemplo.

No, en el Parlamento Inglés se expidieron leyes que permiten al trabajador, mantener firmes sus derechos laborales, mediante horarios de trabajo, sea en la oficina, en la fábrica o desde sus respectivos hogares: En el Reino Unido de la Gran Bretaña se expidieron leyes que reivindican los derechos de los trabajadores, para hacer frente a la arbitrariedad de jefes o patrones que trataron de imponer su ley, por el simple hecho de que “podrían correr a sus empleados”, aplicándoles aquella vetusta ley de “ultrajes a la autoridad”, es decir, “nomás por ver veo al jefe, al patrón”.

Bumerang.- El otro lado de la Moneda: Ricardo Aldana ganó las elecciones para suceder a Carlos Romero Deschamps en la Secretaría General del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana.

En el programa de Radio, “Voces del Periodista”, que conduce Celeste Sáenz, y en cual los panelistas opinaron que se había acabado los tiempos caciquiles de los Romero Deschamps; me atreví a decirles que Ricardo Aldana, ganaría las elecciones en el Sindicato Petrolero (como se lo dije hace muchos años al propio Ricardo Aldana, en ocasión de movimientos telúricos al interior de su sindicato).

¿Por qué ganó Ricardo Aldana? El lector se va a ir de espaldas, pero se lo voy a decir: Ricardo Aldana es un líder sindical que viene de la vieja tradición de tutelar los derechos del trabajador: de la época de Joaquín Hernández Galicia, de la época de Salvador Barragana Camacho, de la época de     Heriberto Kehoe Vincent, Oscar Torres Pancardo… o Sebastián Guzmán Cabrera.

Además de periodista, me considero escritor: en el libro Laguna Verde y mi participación de otros más, con capítulos especiales, con mi aportación en prólogos e ideas de tipo intelectual para nuevos volúmenes; además de Conductor y Cronista Parlamentario, de Causa y Efecto con 800 programas de televisión: en Laguna Verde, doy cuenta de dos cosas: el ciclo de combustibles, de la leña al plutonio, pasando por el carbón y, para México, del petróleo.

Ahí doy cuenta, entre otras cosas, del llamad “Quinazo”. Cuando el presidente Carlos Salinas de Gortari acabó con el reinado de “La Quina”, don Joaquín Hernández Galicia, mi amigo en aquellos tiempos.

Ricardo Aldana ganó las elecciones porque es parte de quienes son ahora sus representados; porque sabe que no basta un salario digno para el trabajador, no bastan las prestaciones sociales y económicas; no, hace falta algo más: Y lo más importante, Ricardo Aldana no es como esos, esas, que se trepan en un papelito (antes se decía ladrillo), y tan luego se marean, se sienten tocados por los dioses; No, Aldana es de la raza, pues ¡A mucho orgullo!

Hace falta sensibilidad de quienes nos gobiernan, en las empresas, en las fábricas, en las plataformas petroleras, en la redacción, para que todos a una, seamos parte de un equipo de trabajo que sabe y conoce que somos personas socialmente útiles y, como tales, además de un buen trabajo, tenemos la necesidad de nuestros tiempos libres para atender el ocio sí, el descanso, pero por encima de todo, nuestras relaciones familiares:

Sí, la pandemia se anota Un punto; los trabajadores lo perdemos, ¡1-0 a favor de la clase patronal! Mañana, mañana será otro día…

leonardovaladezc@yahoo.com