En medio de la diatriba, típica ya en México, un fenómeno que socava a la sociedad y al propio gobierno de cualquier país embarcado en ella, una vez más se enturbian las razones y los motivos de fondo en el manejo de la cosa pública. Esto, a propósito esta vez del tercer y último informe encomendado a la antes prestigiada, reconocida y experimentada firma noruega DNV para que de manera independiente nos diera a conocer la verdad y nada más que la verdad sobre el origen del colapso de la Línea 12 del metro de la capital del país, saldado el tres de mayo de hace un año con las vidas de 26 personas y un centenar de heridos.
La verdad y cero impunidad fueron el compromiso oficial en México. Pero de pronto, de constituir una empresa decente, profesional e imparcial, con una extensa historia de más de 150 años y operaciones en un centenar de países, DNV se transformó en casi casi un monstruo, como en los cuentos infantiles en los que el príncipe azul se torna de súbito en un sapo. Pácatelas.
¿Qué pasó? ¿Por qué tan espeluznante metamorfosis? Mucho debe estar en juego para que ocurran semejantes mutaciones. Más aún cuando de los tres informes comprometidos por DNV, dos fueron prácticamente impecables. Sólo uno, el definitivo, resultó todo, menos profesional. Así ya se nos dijo, aun cuando desconocemos el contenido de ese informe final y/o ¿fatal? ¿Por qué se nos niega el derecho de conocer ese informe definitivo? ¿Somos adultos o niños que deben acatar el mandato o la orden de sus mayores? ¿Qué se oculta? La supresión del informe y el amago contra la firma noruega abren al menos el sospechosismo. ¿O no?
Además, se nos ha dicho hasta el cansancio que el que nada debe nada teme y se nos ha ofrecido ad náuseam la verdad y sólo la verdad. Esto sin incluir el compromiso de la transparencia en el manejo de la cosa pública. ¿Somos o no somos ciudadanos, sujetos a derechos y obligaciones? ¿Pues de qué se trata? ¿Y la ciudad de vanguardia y de derechos? En pocas palabras ¿somos o no somos?
¿Cómo y por qué creer que el informe, el tercero de DNV, es falso, tendencioso, mal ejecutado y deficiente? Se nos trata en este caso, al menos, como menores a los que se les niega el derecho de saber, informar y decidir por cuenta propia. Y se procede con base en la convicción de que eso lo decide una sola persona y punto. A quien no le guste, pues que cambie de ciudad. Y si la realidad no se acomoda a lo que digo yo, pues peor para la realidad.
¿Es posible algo así? ¿Ingenuidad acaso de los contratantes de DNV? Aun si fuera sólo eso, ya sería bastante. ¿A quién o quiénes engaño DNV? ¿Tampoco hay responsables de semejante pifia? Ufff. Lamentable.
@RoCienfuegos1