En el informe de innovación 2020 de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual se observa que de 140 naciones solo 17 son consideradas con los más altos niveles de desarrollo tecnológico y de innovación, México ocupa el lugar 55 con una inversión en Investigación y Desarrollo (I+D+i) del 0.5% respecto al PIB, por su parte, las naciones más desarrolladas, destinan hasta el 2.5% de su PIB a este rubro, que lo consideran como un sector estratégico.
En el Informe de Competitividad Global 4.0 del Foro Económico Mundial de Davos 2019, México se localiza en la posición 65 del ranking global, en el Pilar de Ambiente Apto, le corresponde el 68, en el Pilar de Capital Humano, que incluye salud y desarrollo de habilidades, registra el lugar 70, considera a la educación, sobre todo la de nivel Superior, que le corresponde la transferencia del conocimiento codificado; en el pilar de Mercado logra la posición 64 y en el último pilar del Ecosistema de Innovación, que incluye negocios dinámicos y la capacidad de innovación, alcanza el lugar 55.
Este contexto evidencia el Darwinismo Tecnológico a nivel global, dado que de 140 naciones solo el 12% se consideran países con economías desarrolladas tecnológicamente. Para muestra un botón, en ésta pandemia las farmacéuticas trasnacionales dominan el mercado de medicamentos y vacunas, principalmente norteamericanas, alemanas, francesas, suizas, inglesas y suecas.
Las economías emergentes carecen de infraestructura tecnológica, como de investigación y desarrollo tecnológico, para producir las vacunas y el desarrollo de medicamentos para enfrentar el COVID – 19, al respecto la CEPAL propuso en la reciente reunión de cancilleres, un plan de autosuficiencia sanitaria para reducir la dependencia de las trasnacionales. Con esto salir del Darwinismo Tecnológico a nivel Latinoamericano.
El INEGI realizó la Encuesta Nacional de Productividad y Competitividad de la MiPyME, en su versión del 2018 muestra que el 95.4% de las más de 4 millones de MiPyMEs, no participa en las cadenas globales de valor, a pesar de que la encuesta menciona la productividad y competitividad, no se levantó información alguna sobre sus capacidades tecnológicas. ¿Por qué?.
No obstante que las mipymes generan el 72% del empleo en el país y el 52% del PIB, se les niega el desarrollo tecnológico, el estudio que realizó la Universidad de Aguascalientes referente al “Apoyo a la Innovación de la Pyme en México”, se puede observar que el desarrollo tecnológico y la innovación no se califican como problemas principales en las entidades federativas, quedando la innovación considerada como complementaria o secundaria.
A pesar de que en la primera década de este milenio existían programas para apoyar el desarrollo tecnológico a en las MiPyMEs, como el Fondo de Innovación Tecnológica (FIT), El Fondo Pyme, el Prosoft, la última Milla, el Fondo Emprendedores CONACYT/NAFIN, El Fondo de Garantía también operado por NAFIN, y el llamado AVANCE entre otros, no se logró que el desarrollo tecnológico fuera un factor estratégico para la competitividad de las MiPyMEs ¿por qué? ¿será porque los recursos se entregaron a la gran empresa, incluso trasnacional, en lugar de las MiPyMEs?
Hoy se cuenta con los llamados PRONACES son los programas que canalizan los esfuerzos da investigación entorno a las problemáticas nacionales, con el propósito de articular las capacidades científico – técnicas, buscando la colaboración con los actores sociales. Me pregunto ¿será la estrategia adecuada para impulsar que la estructura productiva nacional, logre el desarrollo científico-tecnológico suficiente, para superar la brecha tecnológica global y salgamos del darwinismo tecnológico? ¿Qué papel les corresponde a las universidades públicas?
El darwinismo tecnológico también se registra en lo social, dado que impacta a las personas que no cuentan, ni pueden desarrollar los conocimientos, para entender y operar los dispositivos tecnológicos, como los smartphone y las tablet, ya sea las personas de la 3ª edad, los niños y jóvenes que no están insertos en el sistema educativo, por diversas situaciones fuera de su alcance, la sociedad pos – pandémica es eminentemente digital, que nos exige una acelerada capacidad de resilencia, la cual se fundamenta en la capacidad de aprender.
El conocimiento ha sido, es y será el factor esencial de una sociedad incluyente y equitativa.