@cramospadilla
Que, si Ovidio es regalo para Biden o no, es lo que menos me importa. Lo cierto es que esto no es accidental, corresponde a un calendario político, aunque AMLO en principio se manifestó ignorante.
Hoy vimos un gobierno mentiroso, doblado y totalmente rebasado, una Guardia Nacional y un Ejército Nacional reducido a empleados como jornaleros y albañiles. Un país parcialmente paralizado y bajo las condiciones de los delincuentes. Robots, rapiña, saqueos, asaltos, desorden.
Y no es la primera ocasión, ya se había vivido el atraco de los “motonetos” en San Cristóbal de las Casas en donde los propios gobernantes reconocieron no poder hacer algo ya que los delincuentes contaban con más y mejor armamento.
¿Y qué pasó? ¡Nada! afirma el General secretario de la Defensa Nacional que todo estaba planeado. Por las consecuencias y reacciones vemos que no, el crimen solamente no mostró su fuerza, sus armas y su impunidad.
¿Cuándo antes, una entidad de la República había estado dominada y humillada? La violencia estalló en gran parte del país producto de una reacción del crimen organizado por un operativo para reaprehender a Ovidio Guzmán. El daño patrimonial y económico al país es sin precedentes: aeropuertos cerrados, carreteras bloqueadas, comercio paralizado, actividad pública cancelada además de los abusos internacionales para no acudir a Sinaloa y Sonora.
Hay que decirlo, Ovidio Guzmán no representa el principal mando dentro de la célula criminal conocida como “Los Chapitos”. Iván Archivaldo Guzmán Salazar de 39 años, “su hermano” es quien funge como el brazo fuerte y confiable. Se sabe que fue precisamente Iván el que operó para evitar la primera detención de Ovidio.
Corre y en serio la versión de que fue el embajador de Estados Unidos en México quien ofreció información y coordenadas para localizar a Ovidio a cuatro días de que Biden ingrese al país y que anunció un supuesto acuerdo migratorio con México para enviarnos a 30 mil indocumentados, asunto que no ha confirmado el gobierno mexicano.
Ovidio Guzmán y su padre, son sujetos de importantes golpes mediáticos, pero sus laboratorios, comercialización, rutas de distribución y armamentos están intactos. Tan es así que Culiacán tuvo que vivir un esteño toque de queda impuestos por los sicarios.
La producción y distribución de metanfetaminas y fentanilo continúa. Ovidio Guzmán podría enfrentar un proceso de extradición: una corte federal en Columbia, Washington D.C., a cargo del juez Rudolph Contreras, y tendrá que responder sobre un expediente judicial que lo acusa de tráfico de metanfetaminas y cocaína hacia la Unión Americana desde abril de 2008. Por ello, y aún con menosprecio del presidente, la DEA operó.
No se entiende por qué el presidente no enfrenta la situación y da la cara. Ahora es cuando es necesario un claro mensaje a la nación.
En el famoso “culiacanazo” hubo muchas mentiras presidenciales. Primero, Alfonso Durazo garantizó públicamente que se había tomado la decisión colegiada para la liberación de Ovidio. Días después, desafiante, AMLO aseguró que él dió la orden para “evitar la muerte de inocentes”. Al paso del tiempo la violencia se ha incrementado, el poder de los sicarios es mayor y el presidente se rehúsa a cambiar su política equivocada de seguridad nacional.
Esta historia no ha acabado y si AMLO piensa que tiene una pieza fundamental en las declaraciones de García Luna, pues ahora que se cuide de lo que exprese Ovidio Guzmán y del enfado de su “abuelita”.
La suerte de AMLO está echada y hoy es un parteaguas, tiempo al tiempo.
*conductor del programa VaEnSerio mexiquensetv canal 34.2 izzi 135 y mexiquense radio