Hidalgo, se enfrenta a una verdadera crisis ambiental, el equilibrio ecológico roto en diferentes lugares de la entidad, no se trata de temas, de problemas, de conflictos simples, se trata del equilibrio ecológico.

Esta aseveración puede parecer exagerada; pero, desafortunadamente, no lo es. Hablamos de la ruptura de los ecosistemas en la mayor parte de la entidad, aún en las zonas consideradas de conservación, desequilibrios que, en el marco del cambio climático, se pueden considerar, desastrosos.

Una realidad es cierta, durante décadas los grupos ambientalistas han demandado la modificación a las políticas públicas de la entidad, pero estas han sido a cuentagotas o con posturas estridentes que lo único que buscan es generar imagen, pero no resultados.

Ejemplos sobran en la entidad, pero entre los más escalofriantes está, el propio actuar del gobierno. La forma en que se aborda el tema ambiental en sus diferentes expresiones, muestra el desconocimiento brutal de la realidad hidalguense.

La sequía, la prolongada sequía, ha sido visto como eso, como algo que se prolonga pero que, en algún punto del tiempo, más vale que temprano y no tarde, será superada y mejorará la situación en diferentes regiones de la entidad. Así, con esa filosofía se mira el actuar de la Comisión nacional del Agua (Conagua).

Por otro lado, se ha observado con negligencia la destrucción de bosques y selvas, la forma en que se devastan por la tala clandestina y por las actividades agrícolas, la manera en que se vuelve el rostro hacia otro lado para no ser testigos y guardar silencio. 

Si, la verdad es que durante mucho tiempo grupos en diversos lugares de la entidad han propuesto acciones concretas, medidas que de aplicarse darían como resultado una mejora en la calidad del trabajo de conservación de la biodiversidad y en la reducción de la contaminación y la devastación de la entidad.

También sería una realidad que se accedería al disfrute pleno del derecho a una ambiente sano y equilibrado, de tal manera que esté, adquiera su valor como derecho bisagra que permite el disfrute de más derechos.

Es claro, que la forma de abordar el trabajo en medio ambiente, necesita una perspectiva de derechos humanos, no hay otra manera de lograr que tenga trascendencia social e impactos positivos en el futuro de la humanidad.

El manejo de los residuos sólidos urbanos, los residuos de tipo especial, entre otros, habla de esa negligencia en la construcción de políticas públicas, sustituidas por simples metas, inmediatistas y lejanas de la realidad, la construcción de rellenos sanitarios regionales que han sido plenamente rechazados en todos lados.

La presencia de tiraderos a cielo abierto y botaderos clandestinos, más de 400 en la entidad, dejan en claro que aquí, tampoco se ha podido construir un rumbo seguro, que de certeza de manejo adecuado y seguro para el futuro de las familias hidalguense.

La falta de agua, el secado de los ríos, la pérdida de lagunas, la sequía prolongada, las presas casi secas son otra de las muestras de la forma en que se aborda el tema ambiental, hay una fractura en la construcción de políticas públicas y, esa fractura, ha dejado abierta la puerta al desastre.

¿Cómo serán los siguientes seis años? ¿Será posible dar vuelta y empezar a tomar decisiones? ¿Estamos frente a una oportunidad? Las preguntas se responden en el tiempo y, tiempo, es lo que menos nos queda a los hidalguenses.