Comprar, tirar, comprar, vamos a contaminar

Ahora que se ha declarado la tercera ola de Covid-19 en México, la famosa variante Delta. Muchos centros de esparcimiento volverán a cerrar y deberás volverte a quedar en casa. Por si te aburres y ya no sabes qué serie o película ver, te voy a recomendar una: “ The Light  Bulb Conspirancy”, aunque la traducción literal sería la conspiración de la bombilla de luz, entiéndase foco; en España se le dio el título de “Comprar, Tirar, Comprar”. Es un documental y comienza relatando una situación que tal vez te haya pasado. El protagonista, Marcos se da cuenta de que una pieza de su impresora falla y de como en todos los establecimientos a los que acude le recomiendan comprar una nueva. 

Seguramente te ha pasado con una plancha, la aspiradora, o cualquier otro aparato de tu casa o a lo mejor tienes que comprar un celular o Tablet nueva porque ya no carga las aplicaciones que utilizas o bien, tienes que pagar por las actualizaciones, comprar tarjetas de memoria adicionales o discos duros externos. O tal vez quieres cambiar de carro porque el que tienes ya “esta viejito” porque ha recorrido más de 100,000km… ¿O eres de los que no cambian su vocho por nada, de aquellos que creen que lo viejo era mejor?

Tal vez tengas razón, hoy en día, los carros, están fabricados para durar unos 200.000 kilómetros, que pueden alargar su vida útil hasta los 400.000 si se pasan revisiones periódicas y se cuidan. La vida útil de tu celular es de 3 o 4 años. Los refrigeradores duran en promedio 12 años, el microondas 9 años y las lavadoras, 10 años. Cuando se descompuso mi lavadora, diversos técnicos vinieron a revisarla y no encontraban las piezas necesarias para repararla, me pasó lo mismo que a Marcos, el protagonista del documental. Uno de los técnicos de servicio dijo “ Es que ya no hacen las lavadoras como antes, joven. Las de antes si duraban y es que ahora las hacen con piezas de plástico, para que duren menos y tenga que comprar otra”. 

Eso es muy cierto, se llama Obsolescencia programada y consiste en la  determinación o programación del fin de la vida útil de un producto, de modo que, tras un período de tiempo calculado de antemano por el fabricante o por la empresa durante la fase de diseño del mismo, este se torne obsoleto, no funcional, inútil o inservible por diversos procedimientos, por ejemplo por falta de repuestos o procesos de reparación muy difíciles y haya que comprar otro nuevo que lo sustituya. Y aunque favorece la competencia entre las empresas por mejorar sus productos y el desarrollo tecnológico, la verdad es que es sumamente contaminante, porque la mayoría de las veces no es posible recuperar ni reciclar los materiales con los que fueron fabricados esos aparatos en cuestión.

Tan solo en el 2019, el mundo generó 53.6 millones de toneladas de éstos residuos, pero solo el 17.4% fue recogido y almacenado correctamente. México no canta mal las rancheras, generando 1.2 millones de toneladas anuales. De “basura tecnológica”: televisores, computadoras, grabadoras, teléfonos, celulares, etc…Entre los cuales se pueden encontrar metales como plata, platino, aluminio y cobre, además de los diferentes tipos de plástico, que de reciclarse correctamente, podrían generar ganancias de 1,200 millones de dólares. 

Sin embargo, las actividades de reciclaje, no siguen el ritmo de crecimiento global de residuos electrónicos; por ejemplo, derivado de la pandemia, el trabajo a distancia y la educación en línea van en aumento y en nuestro país se ha registrado un aumento de 40% en las compras de teléfonos inteligentes, tabletas y equipos de cómputo. ¿También te pasó?. ¡Yo viví sin internet ni impresora en casa por 10 años! La verdad es que no lo necesitaba. Así como no ocupo una barredora robotizada ( XIAOMI), una bocina inteligente ( ALEXA), Smart- TV ni mucho menos. Si lo piensas bien, eso no es más que basura: tú puedes barrer y trapear de la manera convencional. Seguramente ya tienes otras bocinas y televisores que puedes seguir usando. ¿Para que desecharlas? ¿Realmente necesitas tanta tecnología en tu vida? Piensa que todo eso será basura tecnológica en pocos años. 

Pero, la Obsolescencia no se limita tan solo a aparatos eléctricos, software y autos. También existe en los medicamentos, ya que muchos retienen su potencia en un 70 %–80 % en los diez primeros años posteriores a su elaboración, pero algunos laboratorios reducen la fecha de caducidad de los fármacos que producen, ocasionando que los pacientes desechen los medicamentos supuestamente vencidos para adquirir otros nuevos, con el fin de obtener mayores ganancias. O bien, se producen y promueven más medicamentos para aminorar los síntomas de la enfermedad que para eliminarla. Antibióticos y vacunas que se saben que combatirán algunas cepas de microorganismos, pero no a todas,  derivada de la capacidad de mutación de las mismas, lo cual crea la necesidad de recibir “refuerzos” anuales como en el caso de la vacuna de la influenza. 

Ocurre lo mismo con los alimentos envasados, el uso de conservantes, colorantes y otros excipientes de ciclo corto en el envasado, acorta el tiempo de conservación. ​ Toneladas de comida acaban en la basura a causa de pésimas pautas de calidad. 

¿Que me dices de la ropa? También existe obsolescencia programada, ya que se fabrican prendas con materiales menos duraderos para se rompan pronto o bien, te promueven que renueves tu guardarropa con periodicidad. Y es así como muchas personas terminan comprando y tirando ropa de acuerdo a la moda. 

Es más, se han documentado casos de obsolescencia programada en el ámbito biológico, las famosas semillas terminator, genéticamente alteradas que se vuelven estériles e inútiles una vez que han dado la primera cosecha (muy buena, por cierto, ése fue el gancho para la comercialización). Y hasta en los humanos es aplicable, cuando por ejemplo, el costo de tu póliza de gastos médicos mayores incrementa de acuerdo a tu edad, enfermedades y en algunos casos hasta de tu predisposición genética, por eso te preguntan antecedentes familiares. Y en esta obsolescencia biológica, también entramos los humanos, cuando nuestro trabajo puede ser realizado por una máquina, disminuyen las fuentes de empleo, nos volvemos obsoletos para las empresas y no es mentira ni una teoría conspiratoria, conforme avanzan los procesos de automatización, menos empleados se requieren.  

Todo éste rollo es bien sabido por todos, pero poco aterrizado en el plano ambiental. Vivimos sometidos, en un régimen de consumismo insostenible, altamente contaminante que, si bien es inevitable en muchas cosas; no es universal. ¿Y tú, que tanto eres víctima de la obsolescencia programada?. ¿A cuántas modas puedes renunciar por el bien del planeta?

Chaneke Verde.

chanekeverdepachuca@gmail.com

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Mi nombre real es Ángel Ignacio Cano Rodríguez, soy médico. Fuera de “Mi trabajo de la vida real”, como yo lo llamo, tengo una pasión, me gusta escribir sobre temas de ecología, escribo cuentos, guiones, columnas de opinión y versos, sin ser más que un amante de la naturaleza, con la única intención de crear una consciencia ambiental en quienes me lean. Y ya que no soy una figura famosa ni un político importante, elijo permanecer en el anonimato, por eso utilizo un personaje ficticio en vez de publicar mi fotografía. Chaneke Verde.chanekeverdepachuca@gmail.com