Bellas y Airosas
ADIÓS 2020, HOLA 2021
Bellas y Airosas fue paridad hace ya una década, nació segura de ser un espacio para delatarme, así como para dar voz a otras mujeres. Nosotras y yo, siempre tan parecidas, totalmente diferentes. Un espacio espejo y una tribuna con ecos de sororidad. Escribo para encontrarlas y escribo para reconocerme. La generosidad de una columna, la fuerza de un periodismo íntimo. En este espacio tienen cabida sonrisas y lágrimas, puños en alto y miradas honestas, las bellas y las airosas, bellas de actitud, airosas en buen amor. Aquí están las que no hemos vuelto bellas y airosas para regar su esencia femenina en todo lugar, en todo oficio y en todos los sueños. Aquí están también ellos, los que se aproximan a nuestra belleza y donaire, los solidarios y compañeros, aura de sororidad masculina.
Durante el mes de diciembre me quedé sin este escenario, 2020 no supo tocarse el corazón. Fue un año con aroma de tristeza, sabor amargo y latidos descorazonados, con noticias vestidas de luto, derroche de lágrimas eternas por seres que no conocí y fueron vencidos por un virus cruel. Agradecimiento eterno para cada ángel que sigue luchando en tantos hospitales. Desilusión ante esos conteos oficiales que volvieron a nuestros muertos solamente un simple número, pero que las lágrimas de sus seres queridos siempre nos obligan a darles rostros con historias abruptamente interrumpidas. Tuve que alejarme de las amistades que amo, pero que pese a todo se mantuvieron siempre cerca. Aprendí a conjugar el verbo zoom en tiempo presente, llenando mi vida con esas imágenes encerradas en un cuadrito solidario desde donde, pese a los kilómetros de distancia, nadie dejaba de sonreír, de repetir palabras de aliento, de cariño, palabras mar, palabras viento, amorosas e inolvidables, siempre con el micrófono encendido y la mirada cómplice.
Este 2021 lo empiezo encerrada en casa, un lugar que ya memoricé y que hoy creo más seguro que allá afuera. Soy una mujer con suerte, vivo con dos hombres que me respetan y aman, somos una familia que se abraza por todo lo que la une, que acepta sus diferencias y marca sus territorios/diferencias para quererse bien.
Hoy ha iniciado un nuevo semestre desde lejos, pero con mi vocación de maestra más arraigada en mi alma como nunca. Voy aprendiendo a dar clases sin aspirar el aroma de la juventud encerrada en un salón, a entregar calificaciones sin el abrazo solidario que inspirara para desear ser mejor, mi palabra se volvió apapacho, mi paciencia se animó a recorrer varios kilómetros.
Pese a todo sé que este 2021 seguiré inventando nuevas recetas, cantaré por cualquier rincón de mi casa, juntaré ánimos y mentiras piadosas para levantarme cada mañana, para vestirme con mi ropa más bonita, aunque solamente sea para bajar a la sala o sentarme frente al escritorio y escribir, escribir. Nada desaparecerá esa necedad de que volveremos a abrazarnos, de que el 2021 tendrá otro aroma. Y hoy, por lo menos, enero ha sido muy generoso al devolverme mi columna querida. Hay Bellas y Airosas para otro buen rato.