La ansiedad no es simplemente “nerviosismo” o “estrés pasajero”; se trata de un estado constante que puede entorpecer aspectos esenciales de la vida diaria.”
Por: Kathya Moreno
La ansiedad se ha convertido en uno de los temas más relevantes en la salud mental de nuestro tiempo. Vivimos en una era donde el ritmo acelerado, la sobreinformación y las expectativas sociales crean un terreno fértil para su aparición. De hecho, en México, los trastornos de ansiedad son de los más comunes, afectando a millones de personas, desde estudiantes hasta profesionales y adultos mayores. A pesar de ello, el manejo de la ansiedad sigue siendo un desafío tanto a nivel personal como colectivo, y en este espacio quiero profundizar en las razones por las cuales abordarla debería ser una prioridad compartida.
Primeramente, hay que reconocer que la ansiedad no es simplemente “nerviosismo” o “estrés pasajero”; se trata de un estado constante que puede entorpecer aspectos esenciales de la vida diaria. Los ataques de pánico, los pensamientos recurrentes y el temor a situaciones cotidianas pueden aislar a una persona y deteriorar su bienestar general. Sin embargo, también es una emoción humana fundamental, que evolutivamente tenía el propósito de protegernos ante situaciones peligrosas. El problema surge cuando ese mecanismo se desajusta y se activa en momentos donde no hay amenazas reales, generando una sobrecarga mental y física.
El manejo de la ansiedad requiere de un esfuerzo conjunto, tanto del individuo como del entorno. A nivel personal, existen estrategias que pueden ser sumamente efectivas, como el ejercicio físico, la meditación, las técnicas de respiración o la terapia cognitivo-conductual. Todas estas opciones buscan lo mismo: fortalecer la resiliencia y devolver el control a la persona. Además, la autoaceptación y la paciencia son clave en este proceso, ya que se trata de un trabajo gradual que rara vez tiene una “cura mágica”.
En el ámbito social, es fundamental que existan espacios donde las personas se sientan seguras y comprendidas para hablar sobre su ansiedad. Los lugares de trabajo, las instituciones educativas y las familias tienen un papel vital en fomentar la empatía y romper el estigma que rodea los trastornos de ansiedad.
Aun así, en muchos casos, el que alguien expresa ansiedad es visto como una señal de debilidad o de falta de capacidad, lo que hace que las personas opten por ocultarla o ignorarla hasta que se vuelve inmanejable.
La ansiedad, en cierto modo, es un reflejo de nuestra sociedad y su ritmo frenético. Nos hemos acostumbrado a vivir en un estado de productividad constante, con poco espacio para la pausa y la introspección. En este contexto, aprender a manejar la ansiedad no solo se convierte en un acto de autocuidado, sino en un acto de resistencia ante un sistema que muchas veces no permite detenerse.
Recuerda que el manejo de la ansiedad es una tarea de todos y para todos. Aquellos que la enfrentan, deben encontrar sus propias estrategias y apoyarse en los recursos a su alcance. A nivel social, tenemos la responsabilidad de crear una cultura que valore el bienestar emocional tanto como el éxito y la productividad. Este camino no solo aliviará el peso de quienes la padecen, sino que nos conducirá hacia una sociedad más comprensiva y humana.
Construyamos juntos la mejor versión de ti.
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