Le escribo esta vez a Jorge Luis Preciado Rodríguez, un miembro prominente de la clase política mexicana, que dejó al PRI tras el asesinato de Luis Donaldo Colosio, a quien conoció, trató y ayudó en sus propósitos electorales, para en 1996 sumarse al PAN, en cierto grado por la desilusión y el rechazo al virtual “magnicidio” del 1994, para comentarle lo que ya no pude durante un desayuno que compartimos en el University Club hace un par de días bajo la convocatoria de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, la Anpert, que encabeza el amigo y colega Miguel Ángel López Farias, célebre por su bien conocido “Picotazo Político”, entre otros espacios que mantiene con enjundia, tino y camaradería.
Jorge Luis, confieso que acudí al desayuno con una expectativa media sobre lo que pudiéramos escuchar de ti, al fin y al cabo, un político. Si bien sabía parte de tu trayectoria pública, desconocía la historia que nos contaste sobre tus correrías como “espalda mojada” o indocumentado si prefieres en Estados Unidos, en donde a punto estuviste de tomar un fusil estadunidense para hacer parte de la Operación Tormenta en el Desierto en el lejano Kuwait. Tampoco sabía que fuiste entrenado en una base militar en San Diego.
Menos conocía que un día fuiste deportado a Guadalajara, a donde llegaste con un billete de veinte dólares en tus -supongo- desgastadas y casi exangües faltriqueras. Me sorprendió que hayas comentado estas historias, y otras de naturaleza política que serán útiles en el análisis de lo que está ocurriendo hoy en México.
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Tampoco sabía que un día en la Universidad de Colima, fuiste presentado a Luis Donaldo Colosio, a cuya causa te sumaste como miembro del PRI. Desconocía que el asesinato de Colosio te llevó a cambiar las filas del PRI por las del PAN, un partido que al menos en el imaginario ciudadano del país se le percibe casi siempre como un partido de derecha. Esto último lo entiendo bien porque sabemos el origen y el contexto que llevaron a la fundación del PAN con don Manuel Gómez Morín como inspirador.
Debo decirte algo, Jorge Luis, agradezco aquí, públicamente, la honestidad con la que conversaste durante este encuentro con los miembros de la Anpert. Eso es algo que muchos periodistas siempre apreciamos y esperamos de los políticos, pero que no siempre ocurre como bien sabemos. Los políticos en general son hábiles para disimular, una de sus artes es que saben cuándo comer sapos sin chistar, en pos del interés superior que generalmente los anima. Los “off the récord” que piden con frecuencia son útiles, claro, para cualquier periodista porque ayudan a entender mejor los contextos, sin exhibir al autor interesado en preservar su identidad por una serie de motivos y razones. Es un recurso informativo, sin duda valioso, pero muchos preferimos la honestidad y el valor que algunos políticos, pocos, practican.
Por eso, Jorge Luis, rebasaste mis expectativas iniciales sobre el encuentro. Añado a esto, mi reconocimiento a tu trayectoria personal, académica y política.
La presencia en este encuentro de tu esposa embarazada, algo que tampoco es usual entre los políticos, nos dejó al menos a algunos de los que compartimos con ustedes, que más allá de tus andares, cuentas con un ancla importante. ¡Suerte y Enhorabuena!