Palacio Nacional, el edificio de origen novohispano así como el hemiciclo a Juárez y el palacio de Bellas Artes se han blindado con vallas metálicas a unos días de la manifestación feminista del próximo 8 de marzo.
Las reacciones de las féminas no se han hecho esperar dando argumentos un tanto radicales, como radical es su lucha misándrica que no se debe confundir con la lucha real del feminismo.
“Ningún presidente había temido tanto a las mujeres mexicanas y la reivindicación de nuestros derechos humanos. Las mujeres somos el pueblo bueno, ¿a qué le teme Presidente?”, escribió en su cuenta de Twitter la periodista Lydia Cacho.
Mientras que la académica y politóloga Denise Dresser criticó: “Ojalá las mujeres de México estuvieran tan protegidas y cuidadas como el hombre que vive en Palacio Nacional”.
Sin embargo el primer mandatario, AMLO, explica el porqué de la decisión para que no existan sofismas:
“Las mujeres están en todo su derecho de protestar, de expresarse, de manifestarse pero… hay mucha provocación mucha gente que se infiltra y que lo que busca es causar daño utilizan como forma de protesta la violencia y tiran bombas molotov y no queremos que haya heridos de ningún bando […] Proteger nuestros edificios históricos, monumentos históricos, muchos no saben pero cuando se pinta Bellas Artes, cuando se pinta el Hemiciclo a Juárez, cuando se raya Palacio Nacional, pues cuesta trabajo despintar porque hay que pedirle permiso, autorización al INAH (Instituto Nacional de Antropología e Historia) y no se puede estar afectando la cantera, las piedras de estos edificios que tienen siglos, es mejor protegerlos. Imagínense que no se cuide palacio nacional y lo vandalicen, que imagen se da al mundo”.
Las estatuas y los monumentos no son historia y es muy común que ni siquiera se sepa por qué fueron construidos en cierto lugar y en un momento determinado, incluso muchos años o siglos después de la muerte del personaje o del contexto histórico.
Las narrativas inscritas en los monumentos, es cierto, no son historia, ésta se estudia de otra forma y la construcción de tal o cual monumento o estatua pública fue determinada principalmente por la política; pero es un hecho que la “tradición” de su presencia genera discursos que producen emociones, generalmente patrióticas.
Un monumento o una estatua representan al héroe erigido en objeto de culto a un santo secularizado. Deidad, profeta, libertador, revolucionario, reformador, rey, científico o escritor, son nombres, epítetos diferentes con los que se designan a los grandes hombres. Mensajeros del mundo de los valores, son quienes inician las grandes épocas creadoras de la historia. Ya lo mencionaba Thomas Carlyle “La historia del mundo es… la biografía de los grandes hombres”.
Mujer y hombre original pleno de dones primigenios, de fuego y de luz, el que aporta a la vida una intensidad que el género humano ordinario no podría alcanzar. El humano está casi desprovisto de originalidad, lo que lo caracteriza ante todo es la amplitud de su receptividad. El humano representativo es grande por absorción. Toda grandeza autentica reside en la manera como se vive una gran idea y se la transforma en ejemplo.
El gran hombre o mujer materializado en una estatua, la idea de un monumento domina mediante su accionar nuestra existencia, sin ella, no seriamos capaces ni de representárnosla. Somos sus deudores por todos nuestros beneficios actuales. Propiamente hablando, él héroe o heroína representado en un monumento es único e irremplazable, porque le sirve a su época como punto de referencia seguro y mantiene a un nivel elevado el criterio de enjuiciamiento de las cosas.
Sus tumbas, sus reliquias, sus cenotafios, operan sobre los vivos durante largos siglos. En cierto sentido, se podría decir que los héroes se acercan a la condición divina gracias a su muerte disfrutando de una post-existencia ilimitada que no es ni larvaria ni puramente espiritual, sino que consiste en una supervivencia sui generis, puesto que depende de los restos, de las huellas, de sus ideales.
Al último son hombres y mujeres con aciertos y errores cometidos a lo largo de su vida pero que pudiendo dedicarla a múltiples quehaceres cotidianos decidieron tratar de mejorar a la humanidad de acuerdo a su óptica e ideas.
Si no preservamos nuestra conciencia histórica ¿Qué nos queda?, ¿Qué somos? ¿Quiénes o cuales serán nuestros ideales y metas a seguir sin tener un referente?
¡Preservemos nuestros monumentos! ¡caramba, son nuestra memoria histórica! ¿Tú lo crees?…Yo también.