Como sabemos, el actual partido gobernante en México, Morena, está integrado, como ellos mismos dicen, de diferentes “tribus” de la seudo izquierda mexicana, pero también por personajes que pertenecieron a otros partidos, principalmente al PRD, PRI y PAN, que en su momento, varios de ellos, consideraron que tenían los méritos suficientes para encabezar algún proyecto o ser candidatos a diputados, senadores, presidentes municipales o gobernadores y, al no obtener la candidatura de su partido matriz, optaron por cambiar de camiseta e ir a engrosar las filas de Morena; ahora muchos de ellos, ya con el cargo de elección popular que buscaron durante años, se dicen fieles seguidores y defensores de AMLO y su 4T, es decir, sufrieron una metamorfosis mayor a las que se sometía Zeus para seducir o engañar a sus víctimas; quizás el lector recuerde al Padre de dioses y mortales, transformado en lluvia de oro para entrar a la prisión donde se encontraba Dánae resguardada por su padre, lluvia que cayó sobre ella dejándola embarazada de Perseo.
No descarto el milagro de que una persona adulta pueda transformar completamente su ideología, pero las más de las veces no sucede; son otros intereses los que lo logran; en fin, ahora resulta que tenemos a expriistas, expanistas, etc., que son más papistas que el Papa, más pejistas que AMLO, que le aplauden como focas cada ocurrencia y guardan prudente silencio antes las mentiras tan vehementemente proferidas por su mesías, y sus flagrantes violaciones a la ley. Y en perjuicio de la ciudadanía también hacen suyo el discurso de “no somos iguales”; asimismo, para evitar dar resultandos tangibles a la población y resolver sus demandas sociales, cuando sus gobernados se sienten desatendidos y burlados, simplemente, les responden, emulando al presidente y tomándolo como pretexto: “no se aceptan chantajes, presiones o extorsiones de ningún tipo de interés político o personal”. ¿Será de interés político o personal cuando una comunidad demanda atención y servicios públicos, como contar con agua potable o carretera? ¿Será chantaje cuando una colonia le pide a su gobierno que le regrese un poco de sus impuestos introduciendo el drenaje en sus viviendas? O ¿será extorsión cuando profesores reclaman salarios devengados por ayudar a educar a los hijos de sus gobernados? Usted, amable lector, tiene la respuesta.
El gobierno de López Obrador y su 4T están a meses de fenecer y podemos ir ya sacando conclusiones, analizar si sus banderas principales, cuando era candidato y que continuó enarbolando durante su gobierno, las pudo hacer realidad, sobre todo en lo que se refiere a su slogan más conocido: “por el bien de todos, primero los pobres”; o bien, “combatir la corrupción”, o una “salud como en Dinamarca”, o quizás cumplió con “el cambio de régimen” o de “regresar al ejército a sus cuarteles”, o de plano “bajar el precio del litro de gasolina a 10 pesos”, y así, un largo etcétera.
Pero vamos por partes. De su compromiso de que en su gobierno serían “primero los pobres”, preguntemos a los miles de damnificados de Acapulco, Tula, Ecatepec, Tabasco, Veracruz y muchas otras regiones del país, incluyendo a las víctimas de la explosión en Tlahuelilpan, Hidalgo; pero, además de la respuesta que seguramente nos darán, veamos los datos de la CEPAL –de acuerdo con las cifras oficiales del propio gobierno–: “… en 2018, en México había 52 millones de pobres, para el 2022, la cifra llega a 58.1 millones, o sea 6.1 millones más que al principio del mandato de AMLO”. Y, académicos serios, estudiosos de la pobreza en México, han demostrado con datos duros y una rigurosa metodología, que actualmente existe un mayor número de pobres comparado con el inicio del sexenio: “existe un aproximado de 100 millones de personas que padecen algún grado de pobreza” (COLMEX, Dra. Araceli Damián).
De su dicho de que los mexicanos tendríamos un sistema de salud de primera, como el de Dinamarca, resultó que ahora estamos peor: un aumento de 12 puntos porcentuales en la carencia por acceso a los servicios de salud, que pasó de 16.2% a 28.2%”. Es decir, de 20 millones a 35.7 millones de mexicanos sin poder curarse, 15.7 millones más en solo dos años, entre 2018 y 2020. No hay medicamentos, tampoco tratamientos para los niños con cáncer, etc.
En materia de combate a la corrupción. Sólo un ejemplo, de muchos que se pueden dar: “La Auditoría Superior de la Federación reportó este lunes el hallazgo de más desvíos en Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex), la llamada Conasupo de la 4T, con lo que el desfalco en esa dependencia ya supera los 15 mil 308 millones de pesos. El informe del órgano de fiscalización confirmó anomalías descubiertas a inicios del año pasado por MCCI” (Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, 20 de febrero 2023). Pero resulta que “… López Obrador admite que es “el caso más escandaloso” de corrupción en su Administración y defiende al extitular de la dependencia, Ignacio Ovalle (El País, 29 de junio de 2023). Y así podemos hablar de la famosa casa gris, de Pío López Obrador, etc. Y del resto de las promesas, ya ni hablemos; la ciudadanía conoce los resultados.
Los gobernantes, independientemente del partido de que hayan emanado, realmente deberían materializar el slogan de “primero los pobres” y hacerles realidad la tan anhelada justicia social que les prometió la Revolución Mexicana. Igualmente, deberían respetar a carta cabal los derechos humanos y constitucionales de sus gobernados; de lo contrario, aunque estigmaticen la lucha social, la tendrán al pie de sus oficinas reclamando atención y solución a sus legítimas demandas, pues al pueblo no le queda otra opción después de tanto abandono y de innumerables injusticias y engaños.