Después de renunciar a la Cancillería, Marcelo Ebrard se declara un hombre libre, con ideas y proyectos propios y no ser calca de nadie.

Este mensaje representa una separación de la línea política de la 4T, de la línea trazada por Andrés Manuel López Obrador y la reconciliación con los enemigos del gobierno.

Desobedeciendo las órdenes del presidente, al cabo ya no es su jefe, él comienza su propio camino, violando acuerdos del Consejo Nacional de Morena, firmados por él, llevando porras prohibidas para agredir a sus compañeros y hacerlos caer en provocaciones y calificarlos de intolerantes.

También desatendiendo las peticiones de López Obrador, de inmediato comienza sus giras por los medios de comunicación, enemigos de la 4T, comenzando con Ciro Gómez, anunciando que él acudirá a cualquier invitación, pues desea iniciar una etapa de reconciliación.

Sus reuniones a escondidas con los hombres poderosos de México, repudiables desde cualquier punto de vista, pues si ese es su deseo que no engañe y muestre sus verdaderas intenciones.

Al anunciar su separación de la Secretaría de Relaciones Exteriores, recalca: soy el primero en renunciar y primero en las encuestas, mintiendo como lo hacen los neoliberales, tratando de engañar al pueblo.

Lo cierto es que le urge iniciar un programa que le permita achicar la brecha de popularidad que tiene con la doctora Claudia Sheinbaum, pero su pasado no le ayuda mucho. 

Inicia su carrera política en el equipo de Salinas de Gortari, de la mano de Manuel Camacho llega a la Dirección de Gobernación del entonces Departamento del Distrito Federal. 

Cuando Camacho es relegado de sus aspiraciones presidenciales y repudiado después por la militancia del PRI pues lo culpaban de la muerte de Colosio, comienza su acercamiento a el PRD.

Por cierto. Cuando Camacho le pregunta a su íntimo amigo Salinas “porqué no fui yo elegido”, Salinas le responde “porque te aliaste con mis enemigos”. Parece que Marcelo sigue la misma línea de su maestro, exjefe y amigo ya fallecido. Traicionando a quien lo revivió políticamente, trayéndolo de París, Francia dónde huyo luego de la persecución inicial por las fallas de la línea 12 del metro. Asunto todavía pendiente.

Lo que Marcelo aún no ha entendido es que la popularidad y aceptación de AMLO entre el pueblo, que es el gran elector, es tan grande que la lealtad hacia el tabasqueño, va a ser determinante en este proceso.

Y por otro lado resaltar el enorme apoyo que recibió Claudia Sheinbaum, de la gente en su despedida como jefa de Gobierno de la Ciudad de México, son señales que da la gente, no el Presidente de la República. Esto merece nota aparte.