Por Antonio Alcaraz
Es posible que tengas heridas profundas, añejas y hasta imperceptibles. No permitas más que ese pasado determine tu presente. Lo que pasó, pasó y nada se puede hacer al respecto. Lo que sí puedes hacer es decidir cómo sanar y reaccionar.
En esta penúltima parte te comparto uno de tres métodos que han sido de mucha utilidad en mi vida y que me ayudaron a perdonar, sanar y llegar a un ENTENDIMIENTO de lo ocurrido. Los otros dos métodos, los compartiré la próxima semana.
Antes de iniciar, toquemos algunas claves que servirán.
🤮 LA CATARSIS
Catarsis es sinónimo de liberación. Por ello, quiero que sepas que para cualquier tipo de recuperación, es indispensable este paso, pues es la ventana que AL ABRIR ayuda a ventilar los espacios en tu interior, frustraciones, y remueve ese veneno que consume al alma.
✅ Se trata de expresar:
1) ¿Cómo te sientes?
2) ¿Qué fue lo que te causó el dolor, la rabia, la tristeza o el resentimiento?
3) ¿Quién o quiénes son o fueron los que te dañaron?
4) ¿Cómo te dañaron?
5) ¿Cómo tu dañaste y te dañaste?
Es duro responder esas preguntas, pues el instinto de protección y conservación impiden, inconscientemente, ventilar el pasado pues uno suele creer que queda expuesto o vulnerable. Sin embargo, al hacerlo sanas y te transformas. Se valiente.
🫂 BUSCA UNA PERSONA VITAMINA
Para hacer la catarsis, busca a un amigo de entera confianza, una persona vitamina, consejero, religioso, especialista, terapeuta o psicólogo que te acompañe a expresar aquello que no has contado. No te límites y hazlo sin pena: LLORA, GRITA, MALDICE… eso desgasta las dolencias, ayudan a soltar más fácil el pasado y a sanar.
Te sugiero empezar con lo que más tengas resentimiento, lo identificarás porque suele ser lo que más traes dando vuelta en tu cabeza. Por ejemplo, una expareja, un engaño, infidelidad, abuso, estafa, una mentira, etcétera.
PRIMER MÉTODO: ESCRIBE UNA CARTA
Confieso que, cuando por primera vez hice este ejercicio (con una psicóloga), me pareció tonto (era parte de mi resistencia). Tardé más de dos semanas en terminarla. Todas las noches, al concluir mis actividades, tomaba lápiz y papel. En ese tiempo me enfoqué en una infidelidad que me pegó en todos los aspectos.
Tenía miedo de escribir la carta. Lloré, me enojé y exploté de impotencia al plasmar cada detalle de ese pasado. Redacté con muchas groserías y sin limitaciones, incluso matando mentalmente a las personas que me dañaron; detecté que también estaba resentido con instituciones o espacios donde ocurrieron los hechos.
Terminé desgastado física, mental y emocionalmente. Al llevar la carta a la psicóloga, en un ejercicio de relajación, sorpresivamente ella comenzó a leer la carta. Yo, con los ojos cerrados y llorosos, imaginaba todo lo que escribí… tras terminarla de leer, la terapeuta asumió el papel de los victimarios y “me pidió una disculpa por el daño”. Entre en shock.
No sé exactamente qué pasó con esa carta, pero, lo que sí sé es que cuando salí de la terapia me sentí disuelto física, mental y emocionalmente. Recuerdo mucho ese día, caminaba por las calles de Pachuca sin prisa, sin ese caos mental, y cuando recordaba el agravio ya no me dolía como antes, disminuyó tremendamente.
Este ejercicio, lo repliqué en otras ocasiones. En un proceso de autosanación, las grababa para después escucharlos. Finalizaba borrando el audio y quemando la carta.
CONTINUARÁ…