Dan adiós a la británica más mexicana que dio renombre internacional a la cocina en los libros. Kennedy fue, además, una guardiana de la biodiversidad y defensora de la sustentabilidad, impulsando a pequeños productores de ingredientes locales, orgánicos y de temporada pagados a un precio justo
Julio 24 de 2022. – Diana Kennedy fue una investigadora de origen británico que se enamoró de México y su gastronomía, dejándolo todo, decidió quedarse a vivir en este país. Hizo grandes libros de cocina de México.
«Adiós a la británica más mexicana. Contribuyó a dar nombre y renombre internacional a nuestra cocina, y a preservar y promover sus tradiciones culinarias», expresó, el diplomático Julián Ventura.
Quienes tuvieron la fortuna de coincidir en el sendero de las letras y la gastronomía, la definen como una ser de humor ácido y carácter aguerrido. Kennedy arribó al País en la década de los 50, y a partir de ahí dedicó su vida a valorar las cocinas de México y contar sus historias y recetas.
«Llegué a Veracruz en 1957 con 500 dólares y media propuesta de matrimonio». Habría señalado en algunas entrevistas.
Tras la muerte de su esposo Paul, y contra todo estereotipo femenino, Kennedy decidió viajar por el País en soledad y con escaso presupuesto. Se adentró a los parajes más recónditos del territorio nacional en buses de tercera, con pollos y cerdos. Su objetivo: documentar las cocinas de aquellas comunidades.
Los aprendizajes y las pesquisas obtenidas de aquellos recorridos quedaron documentados en nueve libros de su autoría, entre los que destacan Oaxaca al gusto, resultado de más de 16 años de investigación; Cocina Esencial de México, compilación de técnicas, ingredientes, y consejos del territorio nacional, y México: Una Odisea Culinaria, que suma a 250 recetas el tono anecdótico y antropológico de sus travesías.
La Secretaría de Cultura dedicó un mensaje a la promotora de la gastronomía: “Despedimos a Diana Kennedy, cuya vida fue dedicada a descubrir, recopilar y preservar la riqueza de la cocina mexicana”
Diana se autodefinió: «No soy académica, soy cocinera aventurera. Los mexicanos son muy generosos, me han permitido ir por este país manejando con mi camioneta. He vivido aventuras maravillosas por la gente que me ha recibido en su cocina»,
Kennedy fue, además, una guardiana de la biodiversidad y defensora de la sustentabilidad, impulsando a pequeños productores de ingredientes locales, orgánicos y de temporada pagados a un precio justo.
En las últimas cuatro décadas vivió en una casa de adobe en Michoacán: “Quería una casa de materiales locales que se dirigiera a los recursos de la zona y estuviera en sintonía con las restricciones con las que mis vecinos tenían que vivir, y habían sobrevivido, durante muchos años”, escribió en su libro de cocina Mi México (1998).
La propia Quinta Diana es ejemplo de sus ideales, con alrededor de 200 especies cultivadas, un uso racional de los recursos no renovables, y los residuos convertidos en composta para las plantas.
Era conocida como la “Julia Child de la cocina mexicana” o la “gran sacerdotisa de la cocina”, los cuales ella solía rechazar, aunque se definía a sí misma como un “azote con licencia” de la gastronomía.
Después de la investigación que desarrolló con la Conabio, México pasó del lugar 8 al 4 en biodiversidad a nivel mundial. Basó su trabajo en la recopilación de ingredientes en mercados durante distintas temporadas.
Su amiga Concepción Guadalupe Garza Rodríguez informó que Kennedy falleció en paz poco antes del amanecer en su vivienda en Zitácuaro, Michoacán.
En 2019, su trayectoria quedó plasmada en el documental Nothing Fancy, de la directora Elizabeth Carroll y la escritora Yaara Sumeru.