Expertos consideran que los compromisos difundidos por los gobiernos participantes, desde el inicio de la Cumbre en Glasgow, son un paso adelante pero que todo dependerá de que como se apliquen
Por Igna Hernandez
Escocia. – Va la segunda y última semana de consensos en el Cumbre climática de Glasgow (COP26). En esta cita internacional encabezan las negociaciones los ministros de los países participantes.
Esta será sin duda una semana decisiva obligada a conseguir avances en la agenda oficial más allá de las promesas anunciadas hasta ahora.
Expertos consideran que los compromisos difundidos por los gobiernos participantes, desde el inicio de la Cumbre en Glasgow, son un paso adelante pero que todo dependerá de que como se apliquen.
Las ONG como Greenpeace reconocen que ha habido avances, pero advierten que muchas de las iniciativas «son voluntarias» y a veces «la letra pequeña incluye lagunas», por lo que el éxito residirá en su ejecución.
El expresidente de EE UU Barack Obama, visto como figura clave en el estrepitoso fracaso de Copenhague de 2009 (COP15), pero también del gran éxito del Acuerdo de París en 2015 (COP21), ha opinado que “París mostró al mundo que el progreso es posible y se creó un marco. Allí se realizó un importante trabajo y aquí se ha hecho un importante trabajo. Esa es la buena noticia”, pero, añadió que: “Ahora, la mala noticia es que no estamos ni cerca de donde necesitamos estar”.
México advirtió que los documentos ambientales que se están negociando en Glasgow, Escocia no incluyen perspectiva de derechos humanos, igualdad de género y equidad intergeneracional, lo que compromete el plan de acción previsto a 10 años por Naciones Unidas.
Los observadores opinan que si bien, en Glasgow las expectativas no son tan altas como en París o Copenhague, sí es mayor la urgencia de lograr avances reales para frenar la amenaza del cambio climático
En esta semana de la Cumbre Climática aún quedan por cerrar algunos aspectos concretos del Acuerdo de París, firmado en 2015 y que entró en vigor en noviembre de 2016.
Como ejemplo el referente al artículo 6 de aquel tratado, algo en lo que las últimas cumbres climáticas han fracasado y que concierne a los intercambios de derechos o unidades de emisiones de gases de efecto invernadero entre países.
En el Protocolo de Kioto, el anterior gran acuerdo climático, ya existía un sistema por el que un país que no conseguía recortar lo que debía sus gases podía comprarle a otro Estado derechos de emisiones. Ese mecanismo se supone que seguirá con París, pero muchos países temen que se pueda caer en la doble contabilidad, es decir, que un mismo derecho no pueda llevarse a los balances de reducción de dos países a la vez.
Otro aspecto sobre el que se tendrán que poner de acuerdo los países es sobre la declaración final que salga de Glasgow. Algunos países, encabezados por el Reino Unido, que preside la COP26, quieren que en esta cita haya un llamamiento directo para que los países mejoren sus planes de recorte de emisiones para 2030 el próximo año, sin esperar a 2025 como establece en principio el Acuerdo de París.
Una gran parte de los países han revisado durante los últimos meses ya al alza sus programas nacionales de recorte de emisiones, que deben presentar ante la ONU. Pero, de momento, la suma de todos los esfuerzos no pone en la senda adecuada a las emisiones de efecto invernadero mundiales, ya que llevarían a un calentamiento de unos 2,7 grados, según los cálculos de Naciones Unidas. Cuando el objetivo del Acuerdo de París es que el calentamiento no supere los márgenes de seguridad de entre 1,5 y 2 grados Celsius respecto a los niveles preindustriales.
Durante la primera semana de la cumbre sirvió para presentar un buen numero de promesas y pactos sectoriales entre países, consideradas por los observadores como muy al margen de las negociaciones oficiales.
Uno de los más importantes ha sido el que han apadrinado EE UU y la Unión Europea para reducir un 30% las emisiones de metano, un potente gas de efecto invernadero, en 2030. Un total de 103 países se han sumado. No así China y Rusia.
A finales de la semana pasada, la Agencia Internacional de la Energía sostuvo que, si se tiene en cuenta ese pacto sobre el metano y las promesas de los países de alcanzar las emisiones netas cero, que implica emitir solo los gases que puedan ser absorbidos por sumideros como bosques, a mediados de siglo, se podría poner al planeta en una trayectoria compatible con un calentamiento de solo 1,8 grados, cuando ahora estamos ya en 1,1.
Durante esta última semana, al margen de las negociaciones formales sobre el desarrollo del Acuerdo de París también se espera la presentación de más alianzas de países. En concreto, varias referidas al transporte por carretera, marítimo y aéreo que deben contribuir a la lucha global contra los gases de efecto invernadero.
Para conocer mejor lo que pasa dentro de este gigantesco hormiguero humano, la organización internacional Global Witness ha indagado en la lista de los 40.000 asistentes acreditados por Naciones Unidas y asegura que el sector de los hidrocarburos tiene más representantes en esta conferencia que cualquier delegación de los países: al menos 503. Según un informe difundido por este grupo ambiental, la cifra de participantes vinculados a la industria de los combustibles fósiles supera a las delegaciones de Brasil o Turquía, las más numerosas en Escocia con 479 y 376 personas, una diferencia todavía más chocante cuando se compara con los 10 delegados de Pakistán o los cero representantes de Myanmar, naciones especialmente afectadas por la crisis climática.