A 500 años de la conquista de México-Tenochtitlan aún existen muchas aristas que valen la pena dilucidar realizando una profunda y exhaustiva investigación; muchas preguntas se encuentran en el tintero esperando ser descifradas y revaloradas ya que se tienen ideas, aún hoy a quinientos años del acontecimiento, totalmente tergiversadas por un chauvinismo que raya en el nacionalismo exacerbado, ridículo, ramplón y absurdo.
Increíble pensar que la llamada “conquista”, que en realidad es el origen en todos los sentidos de la identidad actual mexicana, fue un episodio histórico que se estigmatiza en el cual incluso se desvaloriza y se pide, como lo ha hecho el gobierno actual, perdón por actos que en gran medida dieron lugar a nuestro México actual ya que somos el resultado de una fusión de dos culturas, simplemente un mestizaje que valdría la pena entender, comprender y sobre todo asimilar tanto la parte amerindia como la europea.
Justamente una parte interesante es el hecho de estigmatizar a quienes lejos de apoyar a los mexicas se opusieron al imperio de Huitzilopochtli y lograron dejar de ser sometidos por ellos. Los tlaxcaltecas han sido desvalorizados al igual que doña Marina mejor conocida como “malinche” aunque en realidad al realizar un juicio objetivo y profesional se dará cuenta que solo lucharon aliándose a los castellanos contra un despiadado imperio avasallador que trataba de someter a pueblos irredentos como fue el caso de los tlaxcaltecas.
La historia de los tlaxcaltecas contada por ellos mismos, recordada por mi colega Federico Navarrete Linares, historiador, antropólogo e investigador mexicano especialista en temas de historia de mesoamérica, la conquista de México y racismo en México; desafía la leyenda de una población prehispánica sometida a sangre y fuego por los conquistadores españoles.
La historia de los tlaxcaltecas restituye el hecho central de la conquista, en particular de la caída de Tenochtitlan, la derrota de los mexicas fue el resultado de la alianza de los españoles con los señoríos indígenas tributarios, hartos de la dominación de los mexicas.
Todo el que haya leído las crónicas de Hernán Cortés o Bernal Díaz del Castillo recordará los pasajes donde se describen los ejércitos que asedian a la gran ciudad lacustre. Están formados por cientos de españoles y por miles de tlaxcaltecas, texcocanos, chalcas…
La mecánica militar, política y pasional de la conquista no fue la del choque de los conquistadores españoles con los pueblos indios, sino la de su alianza con los señoríos enemigos de la gran Tenochtitlan y sus señores. La historia de los tlaxcaltecas victoriosos, escrita por ellos mismos, no es, en efecto, la de una derrota sino la de una alianza.
Dice Navarrete que adoptaron voluntariamente la religión católica en 1519, para volverse “aliados legítimos de los conquistadores”; enaltece la figura de Malintzin como emblema de esa alianza; presume la participación tlaxcalteca en la conquista de más de 50 pueblos; ve a la ciudad de Tlaxcala, “construida ya con la traza de una ciudad cristiana”, como un centro del “nuevo orden político y religioso de la Nueva España”.
A partir del siglo XIX, escribe Navarrete, “la memoria histórica tlaxcalteca ha sido negada por los nacionalistas”, “ignorada por los académicos” y “tergiversada al grado de ser incluida en la Visión de los vencidos”. Concluye Navarrete: “La destrucción del mundo indígena que solemos atribuir al malvado colonialismo de la conquista “española”, es en realidad el producto del nacionalismo intolerante de los “mexicanos”.
Un nacionalismo intolerante que hoy en día está presente en algunos sectores de la población mexicana que siguen sintiéndose “caballeros águila o jaguar” y buscan afanosamente nuevos sacrificios al dios Huitzilopochtli sin detenerse a pensar que hablan español, toman cerveza y usan barba en el rostro como, según argumentan, “malvados españoles conquistadores” lo cual es irónico.
¿Hasta cuándo hacer las paces con nuestro pasado mestizo? Sería una buena oportunidad celebrar estos 500 años de la fusión de dos culturas analizando nuestros orígenes y aceptándonos tal cual para entender que rumbo tomar.
¿Tú lo crees?… Sí yo también, es urgente y necesario.