Por Guadalupe Orona Urías
Los presidentes no heredan problemas.
Se supone que los conocen de antemano, por eso se hacen elegir para gobernar, con el propósito de corregir dichos problemas.
Culpar a los predecesores es una salida fácil y mediocre.
Ángela Merkel
Seguramente lo dicho por Merkel está dedicado a los presidentes de las diferentes naciones del mundo; por lo tanto, aplica para México como país, pero también, aunque a menor escala, por ejemplo, a los presidentes municipales de Hidalgo, que recientemente han tomado posesión como alcaldes, y que ya varios de ellos están usando como pretexto para no resolver prácticamente nada a sus gobernados, el argumento de que la anterior administración: “dejó un desastre, deudas y las arcas vacías”. Está en los hidalguenses quedarse con ese “argumento” y con los problemas de siempre.
Pero cito el comentario de Ángela Merkel, quien acaba de terminar su periodo como canciller de Alemania (2005-2020), porque ha sido uno de los argumentos recurrentes del actual mandatario Andrés Manuel López Obrador y, con ese “argumento” y otros iguales, o peores, hoy tiene al país convertido en una verdadera catástrofe: crisis sanitaria, económica y de seguridad pública. Y nada ni nadie hace nada desde la esfera del poder: no están haciendo lo conducente para evitar el naufragio y ponerle piloto a este barco que navega sin timón y a la deriva.
Apenas en esta semana la prensa internacional señaló que, de acuerdo con un estudio de Bloomberg, México se mantiene como el peor país, de 53 seleccionados, para vivir durante la pandemia: “México obtuvo un puntaje de 30.8 sobre 100 en el índice de resiliencia, 7 puntos por debajo del país más cercano, Sudáfrica. Entre los puntos de alarma que señala Bloomberg está un índice de letalidad de 7.5%, el mayor de los 53 países estudiados” (Proceso, 26 de enero de 2021). Y asegura: “Esto es el resultado de pésimas decisiones”; “… También resaltan las mil 156 muertes por cada millón de habitantes y un índice de positividad de 41.1%, lo que implica que las autoridades no detectan una cantidad significativa de contagios”. Pero todo, según López Obrador, es culpa del pasado, y así pretende lavarse las manos de los miles de muertos que deberían pesar sobre sus espaldas; olvida, o mejor dicho, no quiere recordar ni saber, que la salud es un derecho de todos los mexicanos y es obligación suya proporcionarla.
Lo cierto es que, teniendo el presidente de la República todo el poder y los recursos económicos, técnicos y humanos disponibles, ha sido un verdadero crimen de lesa humanidad lo que estamos viviendo en México. Pocos, pero muy pocos, son los gobernantes que algo están haciendo para contener la pandemia y ayudar a sus gobernados, en la medida de sus posibilidades. Y uno de esos gobernantes ejemplo es el actual presidente municipal de Chimalhuacán, Estado de México, el biólogo Jesús Tolentino Román Bojórquez, que con el humanismo que lo caracteriza, su alto grado de responsabilidad, su capacidad de trabajo y realización, y a pesar de los fuertes recortes al presupuesto municipal, de un brutal 70 por ciento, como lo calificó él en su Segunda Evaluación, pudo llevar a cabo en su municipio, las siguientes acciones para contener la propagación del Covid-19:
- Aplicación de más de 41 mil pruebas Covid (obtenidas a través de financiamiento municipal y gestión gubernamental), con el objeto de detectar los casos positivos de Covid-19 y aislarlos de la población y sus familias.
- Adquisición de 23 mil dosis de medicamentos para las familias que no pueden comprarlos.
- Compra de 525 tanques y concentradores de oxígeno y recargas gratis para la población que lo está requiriendo.
- Financiamiento de tomografías (322) y consultas con especialistas privados (neumólogos) y 3,800 estudios clínicos.
- Reconversión de ocho ambulancias municipales para el traslado de enfermos de Covid-19.
- Dotación de más de 140 mil insumos para los hospitales.
- Compra de un tomógrafo, instalado en el “Hospital 90 Camas” de Chimalhuacán, y que a partir de la presente semana estará aplicando tomografías gratuitas a los vecinos que lo requieran.
- Entrega de 330 mil despensas para beneficio de 110 mil familias de bajos ingresos económicos.
- Brigadas médicas y de salud, compuestas por 80 elementos de los diferentes hospitales municipales y estatales asentados en el municipio: visitaron más de 30 mil hogares, casa por casa, para ubicar a enfermos y prestarles auxilio.
- Puso en funcionamiento el Centro de Atención COVID-TEL, que funciona las 24 horas del día y donde diariamente reciben miles de llamadas que solicitan auxilio y apoyo.
- Entregó más 60 mil kits de limpieza a la población.
Estas son, entre otras, las acciones más importantes que ha llevado a cabo el gobierno antorchista de Chimalhuacán para contener la pandemia, sin desatender obras de infraestructura básica. Chimalhuacán ocupa el 5º. lugar de población en el Estado de México, pero gracias a todos estos esfuerzos se coloca en el lugar 10 en el número de contagios (con 3,602 casos para una población de alrededor de 800 mil habitantes), y en el lugar 12 por el número de fallecidos (410), datos correspondientes al día 17 de enero.
¿Qué otro municipio, que no sea antorchista, puede presumir acciones semejantes en beneficio de sus gobernados? ¿Qué otro gobernante pone todo su empeño, capacidades y recursos para salvar la vida de sus vecinos? Simplemente comparémoslo con lo que vemos y vivimos diariamente en nuestros estados y municipios y saquemos la lógica conclusión.