Las medidas para cerrar el agujero en la capa de ozono están funcionando

Estudio confirma que la prohibición de los CFC ha sido clave en la recuperación de la capa de ozono

 

 

Un estudio publicado en Nature revela que la capa de ozono sobre la Antártida muestra signos de recuperación gracias a la reducción de los clorofluorocarburos (CFC). Estas sustancias están prohibidas desde la adopción del Protocolo de Montreal en 1987. La investigación, liderada por la científica Susan Solomon del MIT (Massachusetts Institute of Technology), es la primera en demostrar de manera cuantificable que las políticas internacionales tuvieron un impacto positivo en la restauración del ozono estratosférico.

El agujero en la capa de ozono fue identificado como un problema ambiental crítico en la década de 1980. Allí, los científicos detectaron un adelgazamiento significativo de este gas en la estratósfera, especialmente sobre la Antártida. Este fenómeno exponía la superficie terrestre a niveles peligrosos de radiación ultravioleta, lo que aumentaba el riesgo de cáncer de piel, afectaba los ecosistemas marinos y dañaba cultivos.

Los estudios determinaron que los CFC, utilizados en refrigerantes, aerosoles y productos industriales, eran los principales responsables de la destrucción del ozono. En respuesta, más de 190 países firmaron el Protocolo de Montreal, un acuerdo internacional que reguló y eliminó gradualmente estas sustancias.

A lo largo de los 38 años de vigencia del tratado, las concentraciones de CFC disminuyeron de manera progresiva. Según la comunidad científica, los datos satelitales más recientes indican que la capa de ozono se está recuperando, lo cual sugiere que la regulación fue efectiva.

Confirmación científica de la recuperación del ozono

Si bien en años anteriores se había observado una reducción del agujero de ozono, no se había podido determinar con precisión si esto se debía exclusivamente a la eliminación de los CFC o a variaciones naturales en la atmósfera. Factores como el vórtice polar, la estacionalidad y fenómenos climáticos como El Niño y La Niña también influyen en los niveles de ozono.

Para diferenciar estos efectos, el equipo del MIT empleó un método de análisis llamado fingerprinting, desarrollado originalmente para estudiar el cambio climático. Este enfoque permite aislar el impacto de una variable específica en un fenómeno ambiental complejo.

El coautor del estudio e investigador del Departamento de Ciencias de la Tierra, Atmosféricas y Planetarias del MIT, Peidong Wang, explicó: «Aunque detectar un aumento estadísticamente significativo del ozono es relativamente sencillo, atribuir estos cambios a factores específicos es más difícil».

Mediante simulaciones computacionales, los investigadores mapearon cómo cambió la capa de ozono bajo diferentes condiciones ambientales. Al comparar estos modelos con observaciones satelitales desde 2005 hasta la actualidad, encontraron que el patrón más coincidente con los datos reales era el que reflejaba la disminución de los CFC.

El análisis mostró con un nivel de confianza del 95% que la principal causa de la recuperación del ozono es la reducción de los contaminantes prohibidos por el Protocolo de Montreal. Si la tendencia actual se mantiene, los científicos prevén que para 2035 la capa de ozono en la Antártida podría haber recuperado completamente su grosor original.

La autora principal del estudio, Susan Solomon, destacó el impacto positivo de las políticas ambientales internacionales y afirmó: «Algunos de ustedes verán desaparecer por completo el agujero de ozono a lo largo de su vida. Y serán las personas las que lo habrán hecho posible».