El famoso tercer piso

¿Por qué dicen que a una mujer no se le debe de preguntar su edad? Si bien, hace algunos años el preguntar por la edad a cualquier persona pudiera ser una falta de respeto dependiendo de quien viniera el cuestionamiento, al hablar de la edad de una mujer, aun se sigue considerando una intromisión a la privacidad femenina, ya que en pleno dos mil veinticuatro la mujer continúa siendo un signo de juventud y belleza, a quien se le “impide” envejecer de manera “normal” ante los estándares de belleza, al final la jovialidad no se mide en años.

Empezar a disfrutar de los silencios, de los momentos a solas y elegir mejor la compañía, quizás hemos estado tan acostumbrados a un ritmo de vida tan exigente que el cuerpo exige un alto. Y ¿Qué pasa con el alma? Nuestro ser espiritual también ha cambiado y reclama su paz, y al llegar a los treinta es importante hacer una pausa para poder atender esos momentos caóticos que nos han venido acompañando.

Los treinta también pueden traer un tipo de sabiduría distinta, esa que proviene de los errores cometidos en los años anteriores. Las decepciones, las decisiones que no salieron como esperábamos y las experiencias difíciles de los veintes nos preparan para ser más resilientes y comprensivos con nosotros mismos. Aprendemos que el fracaso no es el fin del camino, sino una parte inevitable de la vida que nos ayuda a reorientar nuestros esfuerzos.

El cambio se convierte en una constante que aceptamos con más naturalidad. Nos damos cuenta de que no todo está bajo nuestro control y que la vida es una combinación de lo que planificamos y de lo que ocurre de manera inesperada. Esta aceptación puede ser liberadora.

Jamás estamos tan viejos para dejar de jugar y nunca somos tan jóvenes para aplazar algo. La vida nos indica que el momento es ahora y que debemos de afrontar las adversidades como burbujas de jabón que empañan con sutileza los cristales. Aclara tu visión y toma el camino de frente.

La pregunta ¿Qué quieres ser cuando seas grande? Cobra nuevamente fuerza y reafirma que no has dejado de crecer, y tienes aun TIEMPO para hacer lo que te de la gana. Al llegar a los treinta, nos liberamos de esa perspectiva jovial de vivir la vida con locura, y aceptamos que sólo tenemos una, pero ¿qué hacemos con nuestro tiempo? Cuando dejas atrás los veintes, te das cuenta que aun puedes mejorar tus hábitos, hacer ejercicio, practicar un nuevo deporte, comer mejor.

De igual modo, podemos ser más críticos en elegir con quien pasar el tiempo, elegir las batallas que queremos lidiar y tomar rumbo para construir con mayor madurez nuestro futuro; puesto que aun puedes prepararte para conquistar esa montaña, llamada sueño, hábito o meta.  La edad es sólo un número y este es sólo el tercer escalón.

 

Construyamos juntos la mejor versión de ti.

@proyecto_be