¿Por cuál camino señora presidenta?

arturo moreno

Poco importa ya aclarar si es por venganza personal, locura y soberbia narcisistas o racionalidad de poder –quizá las tres juntas, qué más da. Por instrucciones del presidente López Obrador, un ejército de fanáticos que han renunciado a un ejercicio mínimo de racionalidad y dignidad han enterrado la frágil e imperfecta democracia mexicana a través de un conjunto de reformas –de entre las que destaca la judicial– que inaugurará la constitucionalidad del nuevo régimen autoritario.

En este desplante de fuerza sin razón participa la presidenta electa, a sabiendas de que recibir y ejercer un poder inmenso, generará graves consecuencias: incertidumbre y miedo a la arbitrariedad y el despotismo en quienes no son seguidores de la llamada 4T.

Hay quienes dicen que la actitud de Claudia Sheinbaum se modificará en cuanto se ponga la banda presidencial ¿Puede haber algo de esperanza de que las cosas serán diferentes a partir del 1 de octubre?

La historia, mas que el pueblo, es sabia y al final como buena aleccionadora dará el veredicto final sobre que sucederá con la relación Claudia Sheinbaum y López Obrador. Un suceso semejante aconteció el siglo pasado, analicemos.

Durante el mes de febrero de 1936 hubo impresionantes mítines de obreros, campesinos y empleados públicos que a gritos pedían a Cárdenas que castigara las intromisiones de Calles. En muchos lugares del país, paseaban ataúdes con el nombre de Calles; lo mismo pedían los comunistas y algunas lideresas acompañadas de agresivos grupos de mujeres que intentaron invadir las propiedades de Calles; gobernadores, diputados, senadores y algunos militares afectos al expresidente habían sido depuestos o movilizados de su zona de influencia; y, finalmente, la gran creación de Calles, el PNR, lo expulsó “por traición al programa de la Revolución y por conspirar contra las instituciones”; además, el Congreso lo acusó de desacreditar al país en el extranjero y llamarlo comunista y el Congreso de Veracruz, dijo que ya no era “hijo predilecto”.

El 9 de abril de 1936 Calles padecía un fuerte ataque de gripe y estaba en su casa leyendo “Mi Lucha” de Adolfo Hitler; a las diez de la noche, Navarro Cortina fue a su domicilio para notificarle que se preparara para salir del país; no opuso resistencia y preguntó la razón del exilio; Navarro le respondió: “Soy un soldado y sólo obedezco órdenes”. A las seis y media de la mañana, fue llevado al aeropuerto.

Ese mismo día, Cárdenas dio a conocer un documento explicativo de las razones de la expulsión y señaló que asumía la responsabilidad legal y política del hecho.

El 10 de abril de ese mismo año, del aeropuerto de Balbuena despegaría el avión en el que iba Calles y sus cómplices.

La historia ¿se repetirá?