A un mes de la guerra, asciende a diez mil 300 la cifra de muertes en Gaza

Este 7 de noviembre Israel recuerda a las víctimas de Hamás; después de un mes de enfrentamientos, nada indica que la violencia vaya a disminuir

 

Este 7 de noviembre el conflicto entre Israel y Hamás cumple su primer mes en medio de bombardeos en la asediada Franja de Gaza.

Los israelíes rinden tributo a las víctimas 31 días después del ataque del grupo islamista en el que murieron mil 400 personas, y el primer ministro Benjamin Netanyahu aseguró que su país tomaría la “responsabilidad de seguridad” en el enclave palestino por un “periodo indefinido”, una vez culmine el conflicto.

Mientras tanto en el territorio del conflicto los muertos siguen aumentando y ya son diez mil 328, entre ellos 4 mil 237 son niños y niñas, según la última actualización del Ministerio de Salud de Gaza, controlado por Hamás.

La guerra divide a la comunidad internacional y pone en cuestión el derecho humanitario

La situación humanitaria es cada vez más precaria en la sitiada franja costera: la OMS informó que algunas personas están siendo operadas, incluso amputadas, sin anestesia ante la falta de insumos en los hospitales.

La guerra asimétrica e híbrida entre Israel y Hamás cumple un mes este martes.

Antes del 7 de octubre, el conflicto palestino-israelí apenas quitaba el sueño a la diplomacia mundial, más preocupada por la guerra de Ucrania.

Los enfrentamientos iniciados el 7 de octubre con la incursión de los milicianos palestinos en el sur de Israel han vuelto a poner el conflicto palestino-israelí en el mapa mundial colocándolo como una prioridad para las agendas de la diplomacia internacional.

La Franja había sido ya escenario de escaladas militares con un alto coste para los civiles, pero la actual supera a todas las anteriores: 10.328 personas han muerto, incluyendo más de 4.237 niños. El ataque de las milicias palestinas costó la vida a 1.400 personas, y 249 fueron secuestradas.

La situación humanitaria en Gaza se ha deteriorado día tras día pero, mientras la ONU y la mayoría de los países miembros exigen un alto el fuego, Estados Unidos y la Unión Europea se limitan a pedir pausas humanitarias para la entrada de ayuda.

La presión israelí sobre Cisjordania había aumentado tras la creación de un gobierno de derecha y extrema derecha, presidido por Benjamín Netanyahu: más de 200 personas habían muerto desde principios de año a manos de las fuerzas de seguridad israelíes o de los colonos judíos.

La Franja de Gaza, en comparación con Cisjordania, parecía bajo control, pese a que los disturbios en la mezquita de Al Aqsa en abril provocaron un intercambio de proyectiles. Por eso, el ataque a gran escala de la mañana del día 7, bautizado precisamente como Diluvio de Al Aqsa (aunque se preparó mucho antes) pilló desprevenidos a los israelíes.

«Uno de los objetivos de las fuerzas de la resistencia palestina era precipitar la ruptura de un statu quo en el que Israel se sentía muy confortable», explica a RTVE.es, Isaías Barreñada, profesor de la Universidad Complutense.

La magnitud de la incursión y el retraso en la respuesta demostraron fallos de seguridad impensables en Israel. «La mayor parte de la sociedad israelí continúa en un estado de completo shock, – ha declarado en Las mañanas de RNE Ignacio Álvarez-Ossorio, catedrático de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Complutense – nadie esperaba un atentado de esa envergadura, el mayor que ha sufrido israel en sus 75 años de historia».

Netanyahu creó un gobierno de emergencia para responder al atentado, pero Álvarez-Ossorio cree que en Israel empiezan a atisbarse «focos de oposición» interna, porque algunos le consideran el principal responsable.

«Catástrofe humanitaria» en Gaza

Israel cortó el suministro de agua, electricidad, víveres y medicamentos (un posible crimen de guerra) e instó a la población del norte a marchar al sur de Wadi Gaza, asegurando que allí estarían seguros. No era verdad: los civiles mueren también en Ráfah o Jan Yunis. No hay ningún lugar seguro en Gaza, donde los hospitales, las iglesias, las mezquitas, las escuelas, los campos de refugiados y hasta las ambulancias se han convertido en objetivos.

La realidad de lo que ocurre es díficil de conocer porque los periodistas también son víctimas, y porque Israel implementa a placer cortes de telefonía e internet.

El día 21 de octubre entraron desde Egipto los primeros camiones con ayuda humanitaria. Desde entonces han entrado 451 con víveres o material sanitario, «una gota en el océano», según las organizaciones de ayuda.

Israel además no permite la entrada de combustible, necesario para alimentar los generadores eléctricos, lo que ha obligado a detener las operaciones en 14 de los 35 hospitales. La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte de una «catástrofe humanitaria».

El 28 de octubre, Israel inauguró una «nueva fase» de su operación con la invasión terrestre. Sus fuerzas combaten cuerpo a cuerpo a los milicianos, han rodeado la Ciudad de Gaza y de hecho han dividido la Franja en dos. Al menos 29 soldados israelíes han muerto, mientras las bajas de combatientes palestinos se desconocen.

«La catástrofe humanitaria es la mayor que ha sufrido la Franja de Gaza en los últimos 100 años», coincide Álvarez-Ossorio. El catedrático de la UCM recuerda que hay voces de partidos extremistas en el gabinete israelí que piden una segunda Nakba («desastre», la palabra árabe con la que los palestinos califican su expulsión en 1948). «Lo que vemos es una situación completamente anómala ante el silencio de la comunidad internacional», afirma.