¡No sabía! dijo el presidente entre sus muletillas nerviosas de ”ejteee”, cuando fue obligado a preguntas a tratar el tema de las agresiones en contra de la ministra Norma Piña.
No sabía, que habían quemado una imagen de la dama.
Lo lamentó, pero no tomó ninguna acción preventiva para la seguridad física de la abogada. Fue un tema, un comentario nada más.
Curioso pero la turbamulta enardecida contra la presidenta de la Suprema Corte no se ha comportado así, reclamando que Jazmín Esquivel no continúe ejerciendo con un título obtenido por trampas, deshonestidad y engaños.
Hoy anda en busca de un vocero que la represente y enfrente su permanente crisis de credibilidad.
Norma Piña además de merecer respeto como persona es en sí misma una institución, la más salida en materia legal y judicial. Es como mujer representante de un género que demanda más igualdad pero que algunas atentan contra su semejante.
El capítulo más urgente y en el que evidentemente ha fallado el gobierno actual es en aplicación del Estado de Derecho. La impunidad y la corrupción han sido crecientes sumado a la sumisión de ministros como Olga Sánchez Cordero o Arturo Zaldívar que han manchado su prestigio y dañado a la Corte.
Norma Piña, con toda dignidad ocupando su sitio con distinción y categoría despertó la ira presidencial porque en silencio sólo permaneció sentada durante el ceremonial del Aniversario de la Constitución.
Ahí sí, el Ejecutivo prestó atención y tiempo para señalar “a lo mejor estaba cansada”.
Sabe AMLO que la ministra Piña es una muralla para su Plan “B”, en materia electoral y que planeando atacar al INAI y a la UNAM será un obstáculo para sus caprichos.
Ella, la ministra, por la serie de ataques incluso, el Día Internacional de la Mujer se ganó el respaldo inmediato de los Colegios de Abogados, de la Facultad de Derecho de la UNAM, de investigadores y constitucionalistas, de Organizaciones no gubernamentales y de analistas además de una mayoritaria reprobación social.
Norma Piña ya está colocada en la cada día más larga lista de adversarios (enemigos), periodistas, defensores de derechos humanos, médicos, investigadores, clase media, partidos opositores, consejeros del INE y del INAI, pilotos aviadores, aspiracionistas, caricaturistas, miembros de la banca, empresarios, españoles, congresistas estadounidenses, expresidentes de la República, padres de niños enfermos, senadores de oposición…
El gobierno federal ahora si protege el frontispicio de Palacio Nacional, porque, dijo AMLO, “ahí han vivido virreyes” pero a quienes les han pedido protección y seguridad o los han matado o los han hostigado y amenazado.
Ni militarizando al Metro han acabado con el crimen organizado o con el huachicoleo o los secuestros que se han incrementado o con los feminicidios.
El gobierno únicamente espera resultados legales de juicios a mexicanos en el extranjero para redirigir sus ofensas mediáticas.
Necesitamos una Corte sólida, productiva, decente y creíble y eso representa la ministra Piña, por ello estorba porque jamás escucharemos de su categoría académica escuchar que para evitar la delincuencia hay que dar abrazos y nalguear a los criminales.
Porque se sabe que con su preparación indiscutible se habrán de frenar iniciativas mochas y adulteradas por la ambición de poder. Porque podría incluso poner en serio riesgo la latente urgencia por prolongar el periodo sexenal.
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La Corte debe y tiene que frenar el Plan “B” porque hasta con su presentación se sabe es una imposición para romper a la institución electoral más sólida de Latinoamérica.
Quiere AMLO disolver la tripleta Woldenberg, Córdova, Murayama acusando salarios ostentosos, pero nadie explica el flujo impresionante de dinero que manejan irresponsablemente líderes de Morena y familiares del presidente.
Nadie debe ganar más que él, porque él así lo decide rompiendo libertades y ejercicios de mérito. Pretende castigar a los triunfadores. Critica a aquellos que estudiaron en el extranjero, pero premia a uno de sus hijos con estudios en Gran Bretaña.
Critica a quienes viven en el imperio, pero dos de sus cuatro hijos, José Ramón y Gonzalo, han buscado refugio y cobijo en los Estados Unidos. Se cierra el sexenio y no puede acabar con el lujo de desmoronar instituciones y atentando contra personajes de vanguardia y limpieza profesional.
*Conductor del programa VaEnSerio mexiquense tv canal 34.2 izzi 135 y mexiquense radio
@cramospadilla