No hay quincena que alcance, la inflación amplía la desigualdad

El dato de la inflación anual de julio fue el más alto desde diciembre de 2000 y superó el consenso del mercado que esperaba 8.13%, esto así de frío no dice nada, pero si nos vamos a la realidad encontramos que la inflación en alimentos fue de 14.94% en julio de 2022 y continúa con una trayectoria al alza.
Esta situación es alarmante, ya que en México el 38.8% de la población se encuentra en situación de pobreza laboral.

¿A que nos referimos?

Nada fácil, que diversos alimentos centrales en la dieta de los mexicanos continúan al alza. El precio de la tortilla de maíz por ejemplo presentó una variación anual de 12.33%, la harina de trigo tuvo un incremento de 33.11% y un incremento de 20% anual en el pan dulce y de 18.70% en el pan de caja.

Además, los alimentos en general se encarecieron en 13.72%, mientras que las frutas y verduras 15.84% en su variación anual. En un país con casi 52 millones de personas en pobreza laboral, no hay quincena que alcance con estos aumentos a los bienes de consumo de primera necesidad.

Además, la inflación general, la subyacente (que advierte cual va a ser el comportamiento de los precios en el futuro) y la no subyacente (susceptible a la política monetaria) se encuentran por arriba del límite superior de 4% del Banco de México desde la primera quincena de marzo de 2022.

De acuerdo con analistas de Citibanamex, si bien los precios de la energía han mostrado una desaceleración modesta, todos los componentes del índice subyacente (excepto educación) y los alimentos sin procesar siguen registrando aumentos mensuales por arriba de sus promedios históricos.

Si nos vamos a los detalles de las gráficas encontramos que los recibos de luz se han incrementado en 11.82%, la gasolina magna en 7.6%, mientras que el gas LP ha disminuido en 8.07%.

Y si buscamos en los precios contemplados en el Paquete Contra la Inflación y la Carestía (PACIC), el cual contempla medidas de producción, distribución, comercio exterior, entre otras, que buscan contener el incremento en el nivel de precios en artículos de primera necesidad, este paquete no consideró un programa social que permita que las familias más vulnerables tengan acceso a alimentos, vamos, que no se deteriore el poder adquisitivo de los hogares más pobres.

El huevo, el pollo, la leches, la carne de cerdo, la de res, el atún y la sardina, se elevaron entre el 37.22% en el primer caso, hasta el 12.86% en el último, hablamos de incremento general del 8.15%.

¿Qué se requiere en realidad?

Para empezar la política social implementada por el gobierno federal es insuficiente, es decir que, en 2020, solo 37% de los hogares más pobres eran beneficiarios de programas sociales, una disminución considerable con lo observado en 2018, donde el alcance era del 56%.

Por lo que de acuerdo con México ¿Cómo vamos? para asegurar que las personas en extrema pobreza puedan adquirir la canasta básica sin deteriorar las finanzas públicas, propone:

Con base en el presupuesto modificado que presentó la SHCP en su informe trimestral al 1T2022 sería interesante que se contemple un paquete que asegure que los 10.8 millones de personas en condición de pobreza extrema en 2020 reciban una transferencia por el precio de la canasta básica (1,960 pesos precio febrero 2022) durante 3 meses se estima en 63,180 millones de pesos.

Este programa se podría financiar con la reasignación presupuestal del presupuesto adicional asignado a la Secretaría de Turismo y a la Secretaría de Energía en el 1T2022 de 10,985 millones de pesos y 45,437.5 millones de pesos, respectivamente.

El programa para evitar el deterioro del poder adquisitivo de los hogares no debe de considerarse sustituto de la agenda de crecimiento de mediano plazo bajo el concepto de que solo con una economía que crece y genera empleos de calidad puede enfrentar contextos negativos como en el que nos encontramos con una recuperación incompleta de la pandemia y alta inflación.

En segundo lugar, que no se pierdan más empresas ni fuentes de empleo como consecuencia de poner precios justos (precios máximos).

Lo anterior en el entendido de que en México no existen suficientes acciones para promover la creación de micro, pequeños y medianos negocios y que a la par permita que aquellos que sean más productivos y eficientes puedan crecer, considerando que estas empresas son las generadoras de 7 de cada 10 trabajadores en nuestro país y constituye el 99.8% de las empresas en el país.

En tercer lugar, que se promueva y garantice la competencia económica para tener bajos en el mediano y largo plazo, por lo que es necesaria la competencia económica, es decir, incrementar el número de participantes en los distintos sectores y mercados que componen a nuestra economía.

Para esto, necesitamos un Estado sólido y robusto que promueva la competencia en toda la economía a través de:

1.Reglas del juego claras para todos los competidores.

2.Reguladores fuertes, en términos presupuestales y de capacidades. Incrementar la participación de las PyMEs en el comercio internacional.

3. Incentivar la entrada de nuevos competidores en mercados monopólicos y oligopólicos.
Lo anterior en un contexto en que los analistas estiman la inflación subyacente se mantenga elevada impulsada por la inercia de los precios y las presiones sostenidas de los precios mundiales de las mercancías con el atenuante positivo de que los precios al productor están mostrando algunos signos de estabilización y, en ciertos casos, tasas de inflación anual incluso más bajas, particularmente en los bienes intermedios lo que debería reducir las presiones sobre los precios al consumidor pero en el futuro.

Por esto la postura del gobierno federal de que se está acabando con la desigualdad resulta ser sólo un sofisma.