Por Arturo Moreno Baños

Diego Fernández de Cevallos Ramos el político panista octagenario en días pasados se ha iniciado como todo un internauta en redes sociales como: Twitter, Facebook e Instagram. Con una clara misión permear en las conciencias de los  jóvenes que son el futuro de México para cambiar el rumbo que se está viviendo:

“Hoy me uno a los mexicanos en las redes sociales, porque vivimos un momento trascendental, lleno de peligros, pero también de oportunidades. Yo los convoco a luchar con valor, con alegría y con la verdad por un cambio para México”

Con su icónico puro en la mano, el “Jefe Diego” citó a un autor jalisciense para referirse a la juventud, misma por la que decidió tomar una decisión:

“nada fácil para mí a los 80 años de mi vida: entrar en esas fantásticas, y desconocidas para mí, las llamadas redes sociales; Porque quiero que los jóvenes de México, conozcan mi pasado, mi presente y lo que deseo para México”.

Sí, efectivamente habrá que conocer las andanzas de este personaje, aprender lo que no debe hacer un político honesto y cabal que lejos de servir a la ciudadanía se sirva de ésta. También servirá de referencia su vida, tal como él mismo quiere que se conozca por medio de redes sociales.

Aunque claramente olvido mencionar algunos claroscuros que evidentemente no quiere que se sepan o bien que sean olvidados sin tomarse en cuenta ya que no son ejemplo a seguir para la juventud mexicana, como el amor que tuvo a sus 63 años con Liliana León Maldonado considerada en 1997 la mujer más hermosa de los Altos de Jalisco que ganó el certamen de “reina de la belleza” y que apenas tenía 27 años es decir 36 años más joven que él. La suavidad de su piel, la firmeza de su cuerpo y la frescura de sus labios resquebrajaron al  matrimonio de los Fernández de Ceballos y Gutiérrez Navarrete que parecía más sólido que una roca.

El conocido “jefe Diego” al parecer gusta mucho de ser un intrépido “Don Juan” ya que sus andanzas amatorias comienzan cuando colaboraba en un despacho de la colonia Cuauhtémoc de la ciudad de México, y en las calles de esa zona, conoció a Claudia Gutiérrez Navarrete, una casi niña de 14 años que apenas había acabado la secundaria. Él, en cambio, tenía 34 años.

Metido en pieles negras, con gafas oscuras, el cabello negro engominado hacia atrás y la barba rigurosamente delineada, Fernández de Cevallos se paseaba en un carcamán Ford modelo 1929 haciendo rugir el motor para llamar la atención de la adolescente.

Viejo lobo de mar, se acercó también a los hermanos más pequeñitos de Gutiérrez comprándoles helados y paseándolos en el auto por las calles y avenidas de la colonia Cuauhtémoc. Así se la ganó y ella acepto convertirse en su esposa en 1977.

Pero justamente al cumplirse sus 25 años de casados, Claudia Gutiérrez supo que su marido estaba profundamente enamorado de la ex reina de belleza de Jalisco por lo que le concedió la separación y lo bendijo para su nueva vida.

Dicen los psicólogos sobre el repentino enamoramiento de hombres mayores con mujeres jóvenes que: “Es una etapa de juventud que viven los señores y aparece acompañada del cumplimiento de viejos sueños. Cuando ven a su mujer deteriorarse y entrar en la menopausia la compañera afronta una lucha natural, pero desigual, en la que las posibilidades de perder son altamente considerables”. Por su nuevo amor “el jefe Diego” movió, literalmente, la tierra.

Dueños de las empresas tequileras Cazadores, Tapatío, Centinela y Cabrito, así como líderes vecinales de una región jalisciense llevaban más de 20 años reclamando una vía de comunicación para acortar tiempo y distancia, pero las autoridades los ignoraron.

Hasta que apareció Liliana León Maldonado que le pidió a su novio, Fernández de Cevallos, ayudar a su gente a cumplir el sueño lo cual su galán hizo realidad. Recurriendo a sus influencias, pidiendo a su amigo Francisco Ramírez Acuña, entonces gobernador de Jalisco, poner manos a la obra, Diego Fernández mandó desde Querétaro la maquinaria de su empresa contratista para surcar entre un cerro 43 kilómetros de vía que ahora conectan de Tepatitlán con Arandas lugar de fabricación de los tequilas.

El entonces alcalde de Arandas, José Luis Magaña inauguró la vía con las palabras siguientes: “Algunas personas se preguntan si fue el amor o el agave. No nos importa, lo importante es que esta región de los Altos por fin tiene una carretera vital para conectar nuestras comunidades”.

Desde entonces y para siempre a esa obra se le conoce como: “La carretera del amor” resultado de un romance que termino en matrimonio y que ha perdurado, al menos, hasta que Diego Fernández de Cevallos tenga una nueva confusión cerebral senil y se sienta nuevamente un “Don Juan” aunque en realidad, como menciona la letra de aquella melodía, es un “Caballo viejo”.

¿Tú lo crees?… Sí, yo también sin duda.