francisco gomez

·        AMLO dice que no hay “tapadismo”, pero da la impresión de que ya eligió a Claudia

·        En tanto, Ricardo Monreal Ávila jura que nunca se confrontará con su compañero de lucha

 

Como decían en la datcha de Terán, el gallinero está ya muy alborotado y aún faltan como 30 meses para acondicionar el palenque, donde se verá qué gallo corta más plumas en una pelea en la cual no tendrá contrincante. Quien sea presentado por el Morena ese deberá tomar posesión de Palacio Nacional el primero de diciembre del año del Señor de 2024.

La verdad sea dicha. La Neta, como dice y dice muy bien la gente, muy castizamente, no hay nadie en la oposición, aunque lo inventen, como hacían en el periodo del neoliberalismo dogmático, que pueda ganarle a Morena.

Y es que fueron tantos años en que, como dicen que dijo en una gira por Yucatán, a la que no pude ir, Óscar Brauer Herrera, secretario de Agricultura del presidente LEA: “Los campesinos no están organizados para sembrar, sino para votar”, palabras más palabras menos. (Puede que se lo hayan inventado. Pero la frase revela cómo pensaban los priistas.)

No se trata, por el momento, pues, de las elecciones para renovar seis gubernaturas – Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas Roo-, que se preparan para el cinco de junio próximo.

No. El interés de muchos, de las mayorías – inclusive de panistas, priistas y empresarios poderosos seguidores del señor x- está centrado en quién será elegido, por encuestas o por el dedo sacrosanto del Presidente AMLO, para ganar en las elecciones de 2024.

Quién va a ser el elegido o elegida para continuar con las obras faraónicas que no se concluyan en el sexenio actual –AMLO asegura que no dejará ninguna para su sucesor, como lo hizo Peña con él-, y para dar continuidad a la Cuarta Transformación, por temor a que cualquier otro u otra – de corte socialdemócrata, e inclusive neoliberal- se desvíe de lo que él ha trazado desde aquellos tiempos cuando era dirigente priista en El Edén:

Un sistema político económico que vea primero el interés de las mayorías, porque ya estuvo bueno que los gobiernos sólo se preocupen por el de las minorías.

Y en esta carrera por la candidatura morenista – léase por el sucesor o sucesora del presidente-, por lo que dicen las encuestas, el problema para AMLO y el partido no es Ricardo Monreal Ávila, quien ha confirmado y reconfirmado, hasta el cansancio, su fidelidad a la 4T. Tampoco lo es Marcelo Ebrard Casaubón. Ni mucho menos Claudia Sheinbaum. Ella qué culpa tiene de que la prefiera López Obrador.

El problema, debe reconocerlo AMLO, es el Presidente, quien tiene la obligación de convencer a todos de que él no mete ni meterá las manos para que Claudia sea la elegida por las encuestas. Tiene la obligación de que su afirmación, y muy reciente, de que se acabó el tapadismo prianista, es verdadera.

Hasta ahora, López Obrador ha dado infinidad de muestras de que ya decidió que sea la señora jefa de Gobierno de la Ciudad de México quien tome la estafeta.

Mientras, se sienten vientos fríos de ruptura en el seno del Movimiento – por qué ella y no yo-, que dejan ver el malestar del líder de la mayoría en el Senado, y muchos de sus simpatizantes y seguidores, quien se ve menospreciado, hecho a un lado, por su cunca, por su compañero de lucha. Él ha sido fundamental para que el Senado apruebe las iniciativas, reformas y legislación iniciadas por el Ejecutivo, en el marco de la 4T. Y protesta con justa razón. “Qué pasa. Aquí estoy yo, Andrés Manuel”. ¿No que ya no hay tapadismo?

Las encuestadoras, entre tanto, hacen su agosto en plenas Cabañuelas, que por cierto terminan este miércoles 12 de enero, anunciando que, a finales de 2022 y principios de 2023, hará más frío y lluvia que nunca. Espero que el coronavirus se haya ido a esconder a las cloacas del mundo y ya no haga sufrir a tanta gente.

Revelan lo que recogen en sus entrevistas: Que mientras Claudia camina como si ya fuera la gran elegida por el Gran Elector y Monreal hace corajes, el Canciller ni suda ni se acongoja (porque aún no llegan los tiempos de grandes decisiones) y, a la chita callando, goza – por el momento- de las preferencias político electorales de los mexicanos.